Ara es esclava de una organización criminal, por azares del destino la organización es destruida y ella deberá cambiar de dueño.
Contiene un capítulo con un final alternativo que es el inicio de una segunda parte de esta historia!
🌸Historia inicia...
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Hubo un silencio de muerte sobre la mesa hasta que Emma se atrevió a hablar nuevamente.
—Ara-Chan ¿Me alcanzas el pan? Por favor.
—Tienes pan enfrente de ti— argumentó Draken tras aclararse la garganta.
—Oh, si pero yo quiero aquel, este no tiene buena pinta— Emma pateo la espinilla de su esposo para que cerrara la boca.
Mikey arrojó su servilleta sobre la mesa, se puso de pie y salió del comedor.
De nuevo hubo silencio.
—Mikey-kun ha estado muy raro estos días— habló el de ojos turquesas.
—He Chifuyu ¿Crees que Senju lo haya botado?— el azabache que comía junto a él atinó a decir lo que seguramente todos pensaban.
—¡Baji-san! No diga eso.
—No sería algo imposible— esta vez Koko tomó la palabra.
—De ninguna manera— se inmiscuyó el de cabello naranja —Si eso fuera así, ayer hubiera ardido Troya y no sucedió nada.
—¿Por qué no le preguntan? Si tienen curiosidad pregunten y dejen de especular cosas en la mesa— Kazutora rodó los ojos dando un par de patadas a la morena por debajo de la mesa —Me largo, ustedes hacen que se me vaya el apetito— deslizo su silla echando una mirada para Arabella.
Al ver que otros se retiraban ella también hizo lo mismo, se puso de pie y camino hacia donde fue Kazutora.
—¡Oye!— la sorprendió pues se encontraba recargado en el muro exterior de la mansión —¿Te hizo algo?
—No— negó sentándose en el suelo junto a él.
Kazutora se deslizó sobre la pared hasta quedar sentado a su costado —Puedes decírmelo. Si él te hizo algo yo me haré cargo... Hablaré con él.
—No quiero que te metas en problemas por mi culpa. No vale la pena— perdió la mirada en el césped. Tenía que aprender a cargar con el peso de sus decisiones.
Kazutora la miró de reojo y sacó un cigarrillo de la bolsa de su chaqueta —Tienes razón... No vale la pena— soltó un suspiro —¿Eso querías que dijera?
Ella guardó silencio observándolo.
—Vales la pena. Eres una persona, no eres una cosa. Se qué hay una relación complicada entre ustedes pero esto no es una cárcel y él no es tu verdugo... A menos de que tú así lo quieras— extendió hacia ella el cigarrillo colocándoselo entre los dedos.
Dio una bocanada, en Italia ella a veces solía fumar con su mejor amiga pero llevaba mucho tiempo que no lo hacía, esa simple acción la hizo recordar que ella no siempre fue así, no solía ser esa persona en la que se convirtió. Antes ella era obstinada, terca y si alguien se le ponía por enfrente lo destrozaba.
