Ara es esclava de una organización criminal, por azares del destino la organización es destruida y ella deberá cambiar de dueño.
Contiene un capítulo con un final alternativo que es el inicio de una segunda parte de esta historia!
🌸Historia inicia...
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Ara estaba sentada en una de las pequeñas salas de la mansión junto a Kazutora.
—¿Qué te pasa?— le preguntó en tanto bebía una copa de vino.
—Extraño a Mikey.
—Apenas se fue hace un par de días— habló sirviéndose más Cabernet —Regresará hoy para la fiesta de Emma.
—Lo sé... pero no sé si yo estoy invitada a esa fiesta. Escuche a las chicas decir que ellas no pueden asistir.
Kazutora alzó una ceja y buscó un cigarrillo en su chaqueta —Yo si estoy invitado— sonrió mientras sacaba su encendedor —Puedes ser mi acompañante.
—¿De verdad?
Él asintió —El único motivo por el que ellas no están invitadas es porque Emma no las tolera, pero a ti te ha tomado como su protegida.
—¿Su protegida?
Colocó el cigarrillo en la boca de Arabella, a pesar de no poder tocarla había otras cosas que ambos podían hacer y que de algún modo le gustaban.
—Si, ella ha intercedido por ti con Senju— el hombre rodó los ojos —Ella también estará en la fiesta pero podemos divertirnos sin provocarla ¿De acuerdo?
—Si.
—Entonces vámonos— habló girando el llavero de su auto.
—¿A donde?
—Iremos al taller de Mitsuya para que nos de un vestido.
Ambos caminaron hasta la cochera en tanto Arabella se preguntaba si estaba bien salir, Mikey nunca le dijo si existían condiciones para ir al exterior. Siguió a Kazutora hasta llegar a su coche y en tanto él le abría la puerta dudo unos segundos en entrar pero al final se decidió a hacerlo.
El hombre condujo durante un rato hasta salir de la zona boscosa y entrar a la ciudad. Llegaron a un edificio de tres niveles, siendo en la parte de abajo una boutique de ropa. Ellos entraron a la boutique y siguieron hasta el fondo, el lugar era muy elegante con vendedoras hermosas en uniformes de color blanco y negro.
—Señor Kazutora, Bienvenido— una rubia les atendió haciendo una reverencia para de inmediato indicar que podían pasar detrás de la puerta de empleados.
—Ara, ven— le pidió, siguieron el camino hacia el segundo piso, al ascender encontraron varias mujeres en máquinas de cocer con metros y metros de telas, materiales de costura, entre otras herramientas. Siguieron derecho hasta otra puerta que mostraba una escalera de caracol que los conducía al tercer piso.
En un gran restirador se veía a Mitsuya dibujando, junto él también había una máquina de cocer y muchísimas telas, además de una pequeña sala y varios maniquíes con vestidos hermosos y un biombo con dibujos de flores que servía posiblemente para que las modelos se probaran la ropa.
