Ara es esclava de una organización criminal, por azares del destino la organización es destruida y ella deberá cambiar de dueño.
Contiene un capítulo con un final alternativo que es el inicio de una segunda parte de esta historia!
🌸Historia inicia...
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Kazutora suspiro desganado, le gustaba Arabella pero claramente a ella le gustaba Mikey aunque Mikey se encontrara a un paso del altar. Sabía también que por sí misma la morena no haría nada para impedir esa boda y que Mikey era un idiota que no faltaba nunca a su palabra, por desgracia él ya le había dado su palabra a Senju.
Se apuró a su habitación para contactar con uno de sus conocidos, necesitaba saber quién era Ara de verdad, sí Mikey se casaba Senju se encargaría de sacarla del camino. Debía hacer algo por ella aunque en su corazón existía un deseo egoísta donde él podía llevársela y hacerla feliz en otro sitio, lejos de Mikey, lejos de Japón, lejos de todos esos recuerdos que le hacían daño.
—Baji— llamó a la puerta vecina antes de entrar a su recámara, necesitaba pedirle un favor a su amigo y solo él era el único en quien confiaba ciegamente.
Se levantó de la cama que compartía con Chifuyu, luego de la larga noche se fueron juntos para estar un tiempo a solas —¿Qué pasa?
—Hazte cargo del muerto, por favor— habló dándole un papel con el teléfono de quien usualmente limpiaba sus interrogatorios.
Baji rodó los ojos tomando la hoja, sabía que su mejor amigo tenía la cabeza en otro lado, en una mujer para ser más específicos —Yo me encargo, resuelve lo que tengas que resolver con ella.
—Lo haré.
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Kazutora se enceró en su habitación durante varios días, no tenía mucho tiempo para dedicarle a otra cosa y lo único por lo que salía de su alcoba era para fingir mirar la televisión cuando en realidad sus ojos buscaban a la morena que paseaba por los pasillos jugando con uno de los gatos de Chifuyu, por las noches prefería salir al jardín para fumar, las noches eran sus favoritas porque Ara salía a compartir un cigarrillo que Kazutora le ponía en la boca y ella lo recibía compartiendo de alguna manera sus labios en un beso indirecto.
—Ara... ¿Extrañas tu casa?
—Extraño a mis padres.
—Hibari-san no es alguien que admita extrañar a su princesa, sin embargo, lo hace.
