(⚓🔪) 𝗔𝗡𝗖𝗛𝗢𝗥 | "Es más como
si la gravedad se moviera
de repente. Ya no es la tierra
la que te sujeta, ella es quien
lo hace. Te conviertes en lo
que ella necesita que...
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📍Bucarest, Rumania 2016
Bucky no habla. Bueno, sí habla. Pero no lo hace mucho, y eso me desespera.
Como ahora, o todas las tardes en realidad, que mientras me quedo sentada junto a la ventana de la cocina garabateando líneas entrecruzadas sobre una hoja de papel en blanco, él se mantiene del otro lado del apartamento con los ojos puestos en mí sin decir nada.
Literalmente nada. Sólo era estar allí mirándome en silencio con cara seria. Me ponía nerviosa no tener idea de qué pasaba por su cabeza. Y eso me hacía hablar a mí para compensar su poca capacidad para compartir palabras.
—Si estás planeando en secreto cómo matarme y esconder mi cuerpo, te agradecería que avisaras para poner mis asuntos en orden primero.
Bucky cambia la dirección de sus ojos hacia otro punto de la habitación. De verdad, si ese hombre no iba a hablar lo menos que esperaba era que se mostrara risueño, o enojado, o harto de mí. Lo que fuera. Pero parecía casi un zombie sin alma.
El aspecto emo tampoco ayudaba.
Continúo haciendo garabatos sin sentido para no tener que pensar en otras cosas. Hasta que vuelvo a sentir la mirada penetrante de Bucky. Intento pasarlo por alto y seguir en lo mío.
Los meses siendo compañeros de piso se basaban en esto. Básicamente la noche después de que lo dejé inconsciente preferí amarrarlo a una silla y cuando despertó se puso todo histérico. Me acusaba de haber venido a matarlo como si mi mundo girara a su alrededor cuando ni siquiera sabía de su existencia hasta ese momento.
Él me dejó hacer lo que quisiera. Seguramente esperaba que me fuera, pero en cambio me quedé. No sé porqué. Tal vez la mirada desolada, o el hecho de que estuviera tan asutado de mirar afuera de estas paredes. Aún a estas alturas seguía tratando de entender qué hacía todavía aquí.
Un techo era mejor que la calle. Tener que compartirlo no era tan malo. Excepto cuando ocurrían sus brotes psicóticos.
Las primeras noches él no dormía, seguro por su desconfianza. Pero cuando se dedicaba a descansar al menos un poco es cuando salía su otra faceta. Cuando ya fueron varias las ocasiones donde trataba de matarme le dejé claro que merecía saber qué estaba mal con él. Así que me contó parcialmente su triste historia.
El Soldado del Invierno. Sí, había escuchado el nombre en las noticias. Jamás imaginé que se tratara de este hombre con cara de perro aplastado.
