012. 𝗍𝗁𝖾 𝖿𝗈𝗑 𝖺𝗇𝖽 𝗍𝗁𝖾 𝗐𝗈𝗅𝖿

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— CAPÍTULO —
DOCE

"el zorro y el lobo"

"el zorro y el lobo"

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📍Nueva York
2023


Me lavo las manos con la intención de quitarme el rastro de sangre seca bajo las uñas. Un hábito que creí poder dejar atrás hace dos años, pero que no se podía evitar cuando cuidabas de un niño con problemas para estarse quieto.

Cuando acepté cuidar de River no tenía idea de la cantidad de cosas que cambiarían en mi vida. Jugar con un bebé, alimentarlo, bañarlo y velar que no se tragara algo ya era bastante difícil para entonces hablar de la lista de preocupaciones que crecía junto con él. River ya tenía seis años y todavía me costaba creerlo.

No por eso de que los niños crecen demasiado antes de que te des cuenta, claro que no. Lo que me sorprendía más del hecho recaía en que no pasaba un solo día sin que pensara en la época antes de tener la custodia de mi sobrino.

Cinco años sin mis hermanas. Cinco años sin Bucky.

A veces me dolía sentarme a recordar y ver que se me hacía más duro tener una imagen clara de sus rostros conmigo. El olvido los arrastraba lejos de mí, y lo habría hecho ya de no ser por la existencia de las fotografías. Aunque una imagen nunca iba a ser suficiente para rellenar el vacío. Ya casi no me acordaba de la sensación de tener el brazo de Bucky sobre mí al dormir.

Cierro el grifo del agua y me seco las manos esperando dejar allí también los deprimentes pensamientos sobre el pasado. Concentrarme en lo actual ayudaba en ciertas ocasiones. Como ahora que quitarme la sangre de las manos era por una buena razón, no como en el pasado cuando dejé que mi duelo se reflejara matando personas que, por más culpables que fueran, eran seres humanos. Así que sí, hoy tenía las manos llenas de sangre, pero no por las razones erróneas. Sino porque a River le sangraba la nariz cada que se estrellaba contra una pared al dar brincos, y a mí me tocaba lavar todo.

Afortunadamente él no estaba aquí ahora para verme hacer estos quehaceres domésticos que antes aborrecía. Ser Cenicienta no iba conmigo, era más que nada un fastidio. En cambio, ser Mulán marcaba un alto límite en lo que quería llevar a convertirme.

¿Otra cosa de ser tía? Tenías que aguantarte las películas infantiles en repetición, y no había lugar para quejas porque quien manda es el niño.

Pero al menos no estaba sola con toda la carga, pues después del giro estrepitoso de Thanos conocí a las chicas Abraxas. O a las que quedaban tras el chasquido, o blip como se le decía popularmente. La cosa es que ellas eran sus parientes gracias al psicópata progenitor de River, y me habían sido de mucha ayuda.

Al inicio me fue difícil confiar en unas completas desconocidas y me sentía muy protectora con lo único que me quedaba de Heather. Pero entonces apareció Nova Abraxas, quien me comunicó haber estado viendo a Heather y a River desde su nacimiento así que cuando me pidió confiar en sus hermanas tuve que ceder. Ellas también eran familia y actualmente su apoyo me era imposible de negar.

𝗔𝗡𝗖𝗛𝗢𝗥 | 𝖻𝗎𝖼𝗄𝗒 𝖻𝖺𝗋𝗇𝖾𝗌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora