10 | UN MUNDO JUSTO

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Descanse mi cuerpo contra la cama apenas ingresamos de nuevo, ver el rostro sorprendido del matón ante nuestra victoria fue una recompensa pero estaba exhausta como para disfrutarla. Ignore el ardor de mis manos y noté como los demás se ponían cercanos a mi litera. Gi-Hun me tendió una botella de agua y una porción de arroz que acaban de repartir los guardias.

Me senté en la cama y le agradecí antes de comenzar a beber con angustia el agua. Sentía que la garganta me ardía. Observé el gran cartel de luces: 40 jugadores. 

—¡Yah!— dijo la loca —Todo eso fue genial, cuando nos tiramos hacia atrás realmente me sentí poderosa como dijiste. ¿De donde aprendiste ese truco?— pregunto señalando al anciano.

—Bueno, yo...

—¿Lo viste en una película, verdad?— le interrumpió. Hizo un movimiento hacia atrás. —¿Cómo es? Esta que hace así...

—¡Matrix!— respondió Ali. La del 212 le miro con desdén.

—¿Tú solo mirabas películas en vez de trabajar?

Hubo un silencio que duró segundos. —Oppa, ¿Quién es el jefe aquí? ¿Tú?— se notaba que le estaba coqueteando a Sang-woo desde kilómetros a la redonda.

Él negó. —Todos somos iguales.

—¡Ah, eres tan increíble!— declaró —¡Muy diferente a cierto matón!— grito mirando hacia el otro lado de la sala. —Ese imbécil...

—Por cierto señora, ¿Qué hacia con ellos? — pregunto Gi-Hun. Rodé los ojos, eso era obvio: entre ratas se atraían.

La mujer le miro con los ojos desorbitados —¿S-señora? — pregunto —¡Ay, oppa! ¡Seguramente tenemos la misma edad! — se quejó. —Puedes hablarme informal. —guiño un ojo  —Como sea, ya estamos en un grupo igualitario me gustaría proponer un par de cambios como la presencia de ciertos integrantes...

—¡Aish!— exclamé en un dirección. Me miraron —¿Y quién te crees, desquiciada?— pregunté con rabia. La detestaba de muchas formas posibles, no confiaba en ella y no soportaba su maldita voz chillona taladrando nuestros oídos. Sólo quería fundir la cabeza en la almohada pero no podía hacer aquello por miedo a que los matones me desgarraran el cuello con un hierro oxidado. —Te tuvimos que soportar en el juego porque no había opción, pero si no te callas de una vez tendrás que ir a lamerle los pies de nuevo a ese maldito estúpido de allá — señale al matón con la cabeza — ¿Quieres hacer cambios y ni siquiera querías seguir la orden de Sang-Woo cuando estábamos jugando?

Ella se escandalizó —¡Yo jamás hice eso!

Ali le interrumpió —Si, de hecho. Gritaste algo como: ¡¿Estás loco?! ¡No puedo hacer eso! — imitó su voz de una manera graciosa.

—¡Yah! ¿Dé que país eres? ¿Eres ilegal, verdad?

—¿Y eso porqué debería de importarte?— me queje antes de hacer una mueca de rabia —Aish, es una idiota...— murmuré.

—Como sea...— Sang-Woo interrumpió nuestra discusión —Tenemos que concentrarnos en lo que podría pasar en un rato. Es posible que haya una nueva pelea.

Suspiré con cansancio. Esperaba que no fuese así. Quería dormir desesperadamente: mi garganta me molestaba, mis manos ardían y todos los músculos de mi cuerpo se retorcían por el esfuerzo que había hecho. Quería cerrar los ojos y descansar.

—¿Y qué haremos? — pregunto Gi-Hun.

—Si— esbozo otro de los jugadores que había hecho equipo con nosotros en el juego de la soga. —Nos atacarán primero porque somos un equipo débil: varias mujeres y un anciano. —nos lanzó una mirada de molestia. Mordí el interior de mi mejilla.

WILDEST DREAMS | SQUID GAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora