¥ EL VESTIDO DE ANGELINA ¥

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 La duquesa madre iba caminando rumbo al comedor cuando oyó sin querer a Michael preguntando a su tío con apremio si ya Clara había recibido la invitación

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 La duquesa madre iba caminando rumbo al comedor cuando oyó sin querer a Michael preguntando a su tío con apremio si ya Clara había recibido la invitación.

—Ya está en sus manos y esta misma tarde ella le va a decir a Angelina sobre la fiesta –Emilia desde el ángulo que se encontraba pudo observar cómo los ojos de él se iluminaban con un fulgor que no daba cabida a dudas: Michael estaba emocionado con esa mujer; luego de que Michael y William terminaran la conversación este último salió dejando solo en el comedor a Michael, entonces la presencia de Emilia se dejó sentir, Michael giró hacia ella y al verla la sonrisa se le borró de la cara.

—Parece que existen costumbres que no cambiaran jamás, tu brillante sonrisa se oscureció rápidamente al verme, parece que en vez de ver a un ser humano viste al mismísimo diablo.

—Discúlpame, pero como ya es de tu conocimiento, soy una persona que no se le da bien el ocultar lo que siente, y tampoco me interesa esforzarme en cambiar esa parte de mí.

—Te aconsejo que lo hagas y que aprendas de una vez por todas a manejar mucho el arte de las caretas, ya que al parecer aún no sabes en donde estás parado o mejor dicho aún no lo aceptas –Michael sonrío.

—Hablemos sin rodeos Emilia, sé que escuchaste todo que hable con mi tío.

—Por favor no me confundas con esa clase de personas que oyen detrás de las paredes, porque, aunque aún lo pongas en tela de juicio, yo soy una verdadera dama, lo que escuche fue sin premeditación, solo caminaba y llegue en un momento inoportuno.

—¿Así como la visita que le aconsejaste hacer a Ariana a Angelina? Dime ¿Fue sin premeditación? – el rostro de la duquesa se puso serio y decidió responder con la misma sátira.

—Michael, no dudes que, así como estas protegiendo a esa joven, yo también me valdré de todo mi poder para cuidar a Ariana que es sangre de mi sangre, sin embargo, lamento decepcionarte porque no he sido yo quien la aconsejo a que fuera a esa casa de modista, todo lo contrario, pero ya sabes cómo es ¿Quién puede frenar a un corazón enamorado? Ariana tomó su decisión y yo no pude hacer nada para hacerla desistir, ahora lo que te voy a decir a continuación si viene de mí y no lo diré con mala intención, pero es mi deber, recordarte que tu posición lleva consigo mucha responsabilidad, tú eres un duque, en tus venas corre sangre real y sabes todo lo que eso implica –Michael le dio la espalda a Emilia.

—"La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es único, todo tu cuerpo estará lleno de luz" Y yo nunca he buscado tesoros terrenales en este mundo, para mí toda esta opulencia y títulos no tienen verdadero valor para mí. Nuestro paso por esta tierra es temporal, lo de la sangre real para mí es un título terrenal muy lejano de la filosofía que tengo de la vida –seguidamente giró para darle el rostro a Emilia, ella le dedico una sonrisa, como las que dan a entender que no le creía nada.

—Buen pasaje de Mateo, escogiste, pero te recuerdo que el verso que sigue, y dice: "pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?" Michael, Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. Tratas de engañarte a ti mismo diciendo que no deseas toda esta opulencia y, aun así, no te has alejado de todo el lujo que te proporciona ser el duque de St Moritz y al aceptarlo la perdiste a ella, como amantes de seguro la tendrás, pero como esposa lo dudo mucho, todas las leyes te lo prohibirán, esa mujer es una plebeya y aunque tú eres un bastardo mi esposo se las ingenio y te reconoció, ahora debes llevar a tus espaladas el peso de ser el duque de St Moritz –Emilia hizo silencio y suspiró irguió la mirada para ver los ojos de Michael, el azul traslúcido de su mirada era tan cristalino como el cielo de verano hasta los momentos nunca más vio aquel extraño cambio de color que contempló cuando él aún era un niño. La mujer se acercó un poco más y prosiguió con sus palabras —¿Aun así, me hablas del ojo bueno?, cuando lo que me muestras es que te enfocas en tus necesidades y los deseos de tu corazón, en lo terrenal, toda esa basura pecaminosa que oscurece el corazón del hombre... Tu ojo está enfermo y cegado, así que tu hombre interior está también oscurecido, miras con un interés doble y eso hace a un hombre que arruine su vida, así que no me des clases, duque de St Moritz, porque no estás en capacidad de hacerlo, tú al igual que tu padre son hombres que se creen justos, pero su concepción de la vida logra que arrastren a cuantos estén cerca sin importarles su dolor.

Angelina "Amar o Morir" LIBRO II  (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora