Joel-Y eso es todo.
-¿Entonces cerramos? -Pregunta el señor delante de mí y aunque quiere ocultar la emoción, el brillo de sus ojos lo delata.
-Claro que si. A los niños les va a encantar. -Respondo sintiendo una alegría inmensa, llevaba meses tratando de quedarme con este lugar y aunque al principio fue complicado, ahora ya era mío.
-¿Los niños? -Cuestiona algo sorprendido, realmente nunca hablé de mi vida personal, no era necesario para cerrar el negocio pero ahora simplemente no puedo evitar sonreir. Imaginar a mis hijos aquí, disfrutando de la vista desde la terraza, hace que todo sea mejor.
-Tengo tres hijos.
-¡Wow! No lo esperaba, luce usted muy joven.
-Tengo treinta y y cinco años, mi esposo es dos menor y tenemos unos gemelos que son desastrozos a punto de cumplir seis, la niña es pequeña, es la princesa de la casa. -Mía a penas tiene un añito, aún recuerdo la mañana en que Erick se sorprendió cuando le dije que creía que estaba en estado, parece que fue ayer sin embargo el tiempo ha pasado rápido, ahora estamos esperando a otro bebé aunque tiene muy poco tiempo y aún no sabemos el sexo.
-¡Vaya! Que bonito, de verdad me transmite mucha ternura cuando lo dijo, sus ojos brillan al hablar de su familia. Debo decir que en estos tiempos, las personas jóvenes no tienen mucho interés en formar una familia, tal vez es por la economía o por lo rápido que va la vida pero es así.
-Lo sé, muchas personas se sorprenden cuando saben de nuestra familia pero es fácil para mí. Obviamente agradezco tener la solvencia económica para darnos una buena vida pero con Erick...con Erick yo sería feliz aún si tuviera que dormir debajo de un puente.
-¿Lo ama mucho? -Lo miro y sonrío, es casi ridículo estar hablando de esto con un desconocido con el que solo he tenido conversaciones de negocios pero resulta bastante gratificante decirlo.
-Es lo más sagrado que tengo. Obviamente mis hijos también pero Erick es esa presencia que no puedo sacar de mi mente ni un segundo. Me enamoré de él desde la primera vez que lo ví, éramos dos niños y no fue hasta hace unos años que ambos nos confesamos, perdimos muchísimo tiempo fingiendo que no nos moríamos por el otro pero no me arrepiento de nada porque se con exactitud quien es el hombre con el que me casé y estoy seguro de que que volvería a elegirlo las veces que sean necesarias.
-Debe ser un hombre muy afortunado su esposo, da mucho gusto escucharlo hablar así sobre él.
-El afortunado soy yo, tengo suerte de tenerlo en mi vida, me ha dado tres hijos preciosos y está esperando otro, definitivamente soy yo el que tiene que estar agradecido.
Después de eso pusimos las firmas que aseguraban que era el dueño oficial de la propiedad y con un apretón de manos y par de sonrisas, nos despedimos. Conduje a casa sintiendo un felicidad infinita, no podía esperar para decirle a Erick de su nuevo lugar, un lugar precioso que traería mucha alegría. Era una casa grande a orillas de la playa, con un sendero pequeño que se perdía en la arena y daba paso a una porción de mar que era privada, ahí mi bebé podría disfrutar del agua mientras cuidaba a nuestros niños.
Imaginaba como sería pasar los veranos allí, lejos de la ciudad y del ruido constante de los autos, lejos del aire contaminado por los gases de escape. Imaginaba como sería despertar en las mañanas y ver a mi familia reunida, a mi esposo con su pijama y nuestros hijos despeinados mientras tomábamos desayuno en la terraza con vista al mar. Sonreí como idiota mientras visualizaba nuestra calle, estaba a pocos minutos de verlos y no podía sentir más emoción.
Aparqué el auto en el lugar correspondiente y caminé relajado hacia nuestro hogar, era temprano, aún no pasaban las tres y sabía que estarían ahí, no era día de clases para los gemelos y a Erick le gustaba mucho integrar a los niños con juegos manuales y actividades que no incluyeran aparatos electrónicos, cosa que yo aprobaba, no quería que los niños se criaran siendo dependientes de ese tipo de cosas, por eso había comprado la casa, para que pudieran disfrutar de una niñez sana.
-¡Papá! - Y ahí estaba todo, el sonido exagerado de mis hijos corriendo en mi dirección.
-Hola mis amores. -Sonreí emocionado, llegar a casa y ser recibido por esos dos mini mi, era una de mis cosas favoritas del día, Erick siempre lo decía, que ver a los gemelos era como estar mirándome a mí cuando tenía esa edad y era real, eran una copia fiel.
-Te extrañamos.
Dijeron en simultáneo y los besé en la frente, aún me faltaba alguien para ver. Al alzar suavemente la mirada...lo vi, frente a mí se encontraba la imagen más hermosa de todas. Erick reposaba en el sofá con Mía en brazos, estaba dormida mientras que él la sostenía con delicadeza. Me miró para regalarme una sonrisa preciosa, sonrisa que no había cambiado en todos estos años, sonrisa que hacía a mi corazón latir como el de un adolescente enamorado y tal vez no era adolescente pero definitivamente estaba enamorado de él como el primer día.
-Hola Joey...¿Cómo fue tu reunión? -Habló bajito para no despertar a Mía, caminé hasta sentarme a su lado y pasé mi mano por su pequeña pancita. Sonrió tiernamente y yo me preguntaba como podía seguir luciendo tan bebé aún cuando tenía más de treinta años.
-Fue muy bien. -Lo miré a los ojos mientras lo decía y encontré que realmente valía la pena haber mantenido el secreto de la nueva compra. Él no sabía nada y eso era mejor, así cuando lo llevara, se sorprendería totalmente, él creía que eran solo negocios.
-Me alegra mucho, mi amor.
-También a mí.
-¿Quieres que te prepare algo de comer? Puedo acostar a la niña en la cunita. -Amaba cuando se preocupaba así por mí, tan generoso, amoroso, tan Erick, tan mío.
-No te preocupes, mejor voy a pedir algo para todos, debes estar cansado.
-La verdad, si...estos revoltosos mini Joeles me tienen loco.
-Te amo. -Hablé de repente en modo serio, él me quedó mirando como si fuera la primera vez que lo escuchaba.
-También te amo. -Respondió después, sonrió bonito y permitió que besara sus labios. Mi corazón latió como la primera noche, como si hoy fuera el primer beso.
-Gracias por darme una familia, mi vida, gracias por amarme y por hacerme el hombre más feliz del planeta.
Él no respondió, no era necesario, no cuando ambos sabíamos que el sentimiento era mutuo. Los gemelos se acomodaron con nostros en el sofá, Mía seguía en brazos de Erick mientras el nos cantaba una canción de cuna. Tal vez las palabras del señor que me vendió la casa, eran reales, tal vez hoy en día era difícil sentir tanto por una sola persona pero en este minuto, mientras acaricio el vientre en crecimiento del amor de mi vida, puedo jurar que nunca he sido más feliz. Tengo todo lo que soñé durante largos años, tengo unos hijos hermosos con la persona que amo y se que me ama de vuelta.
En un acto tan simple como escuchar a Erick cantar mientras nos acurrucábamos en ese sofá, entendí que la vida me había sonreido de la mejor manera, que sin importar absolutamente nada, mientras tuviera esto, mientras los tuviera a ellos conmigo, yo sería la persona más completa porque al mirar a mi esposo sonreir entonando su canción de cuna, haciendo a nuestros hijos mirarlo embelesados, yo renacía, mi alma lo hacía y no tenía duda alguna de que haría lo posible y más allá, con tal de tener estos momentos para siempre.
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Hard to accept ll Joerick
FanfictionAmigos desde que tienen memoria, hermanos con distinta sangre en sus venas. Compañeros, confidentes, guardianes de sus mutuos secretos pero cuando uno de los dos da un paso en contra de la amistad y en favor del verdadero sentimiento, algo cambia, a...