Es el segundo día consecutivo que vemos el sol en Wimbledon y podría ser considerado un milagro, teniendo en cuenta el asco de clima que solemos tener en invierno. Y como tal, debería ser considerado motivación suficiente para querer salir de la cama temprano; el único problema es que es lunes, y si hay un día de la semana que me parece completamente desagradable, ese es cualquiera que le siga al fin de semana.- ¡S, vamos! ¡Ya casi es hora de irnos!
Con torpeza y solo medio ojo a abrir, tomo el móvil que he dejado cargando sobre la pequeña mesa blanca y miro la hora en la pantalla.
Matthew puede llegar a entrar en cualquiera de las clasificaciones de estudiante que existan; en la del deportista, el despistado, el payaso de la clase, incluso el empollón, pero definitivamente nunca ha sido de esos que le dan especial importancia a la puntualidad.
La emoción del primer día de instituto en otro país lo ha sacado de la cama como nunca nadie ni nada lo ha logrado hacer.
- ¡Ya voy! - le grito, en respuesta.
Vuelvo a cerrar los ojos y me tapo hasta la cabeza con el edredón. Solo cinco minutos más.
La puerta se abre de golpe y se estrella contra la pared, haciendo un ruido que me provoca un sobresalto. Me giro bruscamente y entonces ahí está Matt, con la mano en el pomo de la puerta y una sonrisa maliciosa en el rostro.
Como siga despertándome de esta manera, pienso subirlo al próximo vuelo que salga de vuelta a Estados Unidos.
-Anda, arriba- me insiste, antes de darme la espalda y desaparecer por el pasillo-. Apúrate. ¡Tienes diez minutos!
Me dejo caer otra vez sobre el colchón y tengo que hacer un esfuerzo sobrehumano para hacer a un lado las sábanas y mover mis piernas en dirección al baño.
-¡Buenos días, Bry! - Con la mochila en una mano y la sudadera de Aiden en la otra, entro a la cocina y tomo asiento en una de las sillas junto a Matt-. Gracias por el café- le agradezco con una sonrisa a la mujer de tez morena y pelo hermosamente ondulado, que tengo enfrente, y le doy una sorbo a la bebida-. Oh- Vuelvo a apoyar el tazón sobre la mesa y esta vez me dirijo a Matt-. No los he presentado. Matthew, ella es Bry, nos ayuda un poco con el orden de la casa y, lo más importante, la comida- Bryony deja un plato sobrecargado de pancakes, miel y fruta sobre la mesa, y nos sonríe cálidamente.- Y Bry, se que mi padre ya habló contigo, así que ya sabes que habrá otro adolescente estadounidense dando vueltas por aquí, y es este - le digo, señalando con el tenedor a mi mejor amigo, que me guiña el ojo desde el otro lado de la mesa.
-Muy bien. Me alegrará tener que volver a cocinar para poder poner un tercer plato sobre la mesa- asiente Bry con una pequeña sonrisa, y sigue con su trabajo del otro lado de la mesada.
Me estoy por llevar un trozo de manzana a la boca, pero me quedo quieta cuando el sonido del timbre se oye por toda la casa. Frunzo el ceño y apoyo el cubierto sobre el plato; es poco habitual oirlo tan temprano.
Bryony se ofrece a abrir la puerta, pero Matt enseguida se pone de pie.
-Yo voy, no es problema. Tu terminate eso; tal vez hasta sea Astrid.
Y ninguna de las dos se opone, pero comienzan a pasar los minutos y Matthew no regresa. Tampoco logro escuchar nada que provenga de la entrada. Extraño.
-Creo que mejor iré a echar un vistazo- y cuando entro a la sala y la puerta aparece a unos metros de distancia, me sorprende ver a Matt dándole un empujón a Aiden fuera de la casa.
Pero que...
Corro hacia ellos y me pongo en el medio, obligándolos a retroceder. Puedo ver por la expresión que ambos tienen en el rostro que están furiosos, pero creo que Matt es quien peor luce.
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Hasta el alma
Teen FictionDespués de tres años de su mudanza a la ciudad de Wimbledon, Inglaterra, Scarlett ya no está dispuesta a seguir soportando el molesto e inaguantable comportamiento que Aiden ha tenido con ella desde que puso un pie en MacQuoid. Y Aiden, por su parte...