Capítulo 5

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 Aiden pasa de aquella mirada cargada de confusión a una extremadamente divertida, y me quedo desconcertada al verlo soltar una carcajada; yo con suerte consigo que el aire llegue a mis pulmones de la sorpresa que acabo de comerme.

-No puedo creerlo- me dice, con la voz cargada de ironía. Pues yo tampoco. Con una sonrisa petulante me inspecciona de pies a cabeza y yo frunzo el ceño, disgustada-. Es que...- Sacude la cabeza, bajando la vista al suelo, y parece estar haciendo un esfuerzo enorme por no sonreír de más; vuelve a chocar su mirada azul con la mía, y me siento más confundida que antes. Me entran ganas de golpearlo por mirarme así-. Hoy me has mostrado tu trasero desnudo en medio del centro comercial, y ahora me abres la puerta de tu casa luciendo un vestido extremadamente provocador. Podría malinterpretar tus intenciones, Scarlett.

Oh, no. No acaba de decir eso.

No puedo evitar sonrojarme y mi rostro arde por todas partes, no solo mis mejillas. La vergüenza me atraviesa como una bala y quiero desaparecer, pero al mismo tiempo mi pecho se hincha de coraje y mis ganas de golpearlo aumentan.

-Eres un imbécil.

Su sonrisa flaquea, casi como si le hubiera dolido que lo hubiera insultado, pero al final la mantiene, y con mucho orgullo. Si, Scarlett, como si a Aiden Hamilton le importara lo que piensas de él.

-Que repetitiva eres, Scar. Creo que eso ya me lo has gritado hoy temprano.

Realmente pensé que eso iba a molestarlo, que iba a estallar contra mí por haberlo dejado en ridículo frente a media clase, por haber golpeado su enorme ego y sin previo aviso, pero sus ojos azules no me miran como hoy en la mañana; hay una mezcla de emociones detrás de ellos que no me deja pensar bien.

Solo sé una cosa a ciencia cierta: acaba de insinuar que busco acostarme con él. Y, a pesar de poder percibir que solo se trata de uno de sus sucios jueguitos, el simple hecho de pensar que en algún momento, la imagen de nosotros dos... de... mierda. Que vergüenza. Quita eso de mi cabeza.

-Vete a la mierda, Hamilton.

Y cuando cierro la puerta en su cara, mis manos van a parar directo a mi boca, sorprendida por mi reacción inesperada; no por estar dejándolo en la calle, sino por lo cerca que posiblemente estuve de hacer que su tabique le traspasara el cerebro.

-Oh, vamos Scarlett. ¡No seas inmadura!- me grita del otro lado.

Mis pulmones vuelven a llenarse de aire y suspiro aliviada. No lo he matado, bien.

-Vete de mi casa.

No creo que Bobby y mi padre tarden mucho en darse cuenta que algo está ocurriendo aquí, pero tampoco quiero ser yo la encargada de hacérselos saber.

Mi cabeza está hecha un lío. Ni siquiera estoy muy segura de estar actuando de manera racional. La mezcla de enojo y vergüenza que estoy sintiendo en este momento es tan grande que no me atrevo a ver a Aiden a la cara; con suerte le inventa una excusa a su padre y vuelve a casa, antes de que el mío me obligue a hacerlo pasar.

-Scarlett, abre la puerta- me exige. Su tono de voz se vuelve más profundo, advirtiendo que la situación ya no le divierte.

-Olvídalo.

-No te conviene jugar conmigo, Adams.

- ¿Acaso me estás amenazando, Hamilton?

Me siento una idiota hablando con la puerta, pero más idiota me hace sentir que él crea que puede venir y amenazarme en mi propia casa. Además de haberme llamado puta en la cara; como si yo realmente hubiera querido que me viera desnuda a propósito, para que luego se apareciera aquí esperando tener sexo.

Hasta el almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora