Capítulo 15

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Aiden va concentrado, con la mirada puesta en el frente y ambas manos apoyadas sobre el volante. Me sorprende que después de haber pasado más de tres horas en aquella casa llena de olor a mierda, siga oliendo excelentemente bien; dudo que yo logre desprenderme del olor a tabaco y alcohol tan rápido.

-Oye- llamo su atención- ¿Puedo preguntarte algo?

Aún estoy molesta por que me haya obligado a subir a su maldito coche, por eso voy con la cabeza apoyada en la ventana y mis ojos sobre el camino, intentando mantenerme lo más alejada posible de su cuerpo.

-Adelante.

Me cruzo de brazos y me vuelvo hacia él, preparada para atacar. Si cree que voy a ignorar el hecho de que me ha estado evitando toda la semana (porque sí, ya he decidido que me ha estado evitando y no ignorando), después de haber aprovechado por años cada oportunidad que tenía para molestarme, para ahora pasar a hacerme favores como si fuera su amiga, pues está muy equivocado.

-¿Cómo es que luego de burlarte de mí e ignorarme, te crees que puedes venir a hacerte el héroe conmigo?

La luz del semáforo cambia a rojo y nos detenemos.

- ¿Héroe? No sabía que esto significaba tanto para ti.

Se deja caer sobre el asiento y gira su rostro hacia mi, mostrándose sumamente divertido ante la pregunta que acabo de hacerle. Frunzo el ceño, molesta.

-No estoy bromeando, Hamilton. En serio, ¿cuál es tu maldito problema?

Su expresión cambia, luciendo levemente irritado ahora, y rueda los ojos.

-Eres tan dramática- me dice. ¿Disculpa? Me enderezo en el asiento, mirándolo incrédula-. Ya se lo expliqué a tu amiga. Lo que pasó con Alisa en parte ha sido mi culpa, y ahora simplemente me estoy haciendo cargo. Que, por cierto, tus amiguitos estaban hechos un asco, no podrían haber hecho nada por tí.

-¿Perdona? La única asquerosa allí era tu amiga- le escupo, remarcando el "tu"-. Verde- murmuro molesta, al ver de reojo cambiar la luz del semáforo.

-Bueno, en cuanto a eso... ya no se si es lo que consideraría una amiga, exactamente- Como si eso no lo supiera todo el instituto-. Y creo que en parte es por eso que está tan molesta- me da una rápida mirada, como si esperara algún tipo de reacción de mi parte a sus palabras, y vuelve los ojos al frente-. Nos llevamos bien y compartimos amistades, eso es todo.

Inconscientemente dejo escapar una exhalación de risa por la nariz y asiento con la cabeza.

-Claro, si es que son todos un maldito dolor de cabeza. Aunque el premio mayor sin duda se lo lleva ella; es una puta migraña.

Bajo la luz de los faroles que alumbran las calles, puedo ver que sonríe a medias, como si estuviera de acuerdo con lo que acabo de decir, pero no dice más nada. Supongo que acá es donde termina nuestra conversación. Y ni siquiera me ha dado una respuesta coherente que explique sus cambios radicales de actitud.

En silencio, subo mis piernas sobre el asiento y las abrazo con fuerza, sintiendo la humedad del vestido chocar contra mi piel. Estoy exhausta, mojada, y mis extremidades están empezando a entumecerse por el frío.

Otra vez vuelvo a sentir aquel par de ojos azules sobre mí, y un escalofrío me recorre el cuerpo. Lo miro de reojo, esperando que con ello vuelva la vista al frente, pero ya lo ha hecho, y ahora extiende uno de sus brazos hacia el asiento trasero, sacando de ahí una sudadera hecha un bollo.

-Ten, vas a morir de hipotermia y no quiero ningún cadáver en mi coche- me tiende la prenda gris y me debato unos segundos entre si tomarla o dejarla. Pero mi cuerpo está empezando a congelarse, y no puedo negarme a nada que sea más abrigado que mi campera de cuero.

Hasta el almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora