Capítulo 20

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¿Ahora que se supone que debo pensar? ¿Qué besarme será su nueva estrategia para terminar de volverme una loca? O... ¿si se ha enterado de mi estúpido e infantil enamoramiento y ahora solo quiere joderme la existencia con eso? Maldita sea; voy a matarlo.

-... que empiece a prestarle más atención al pobre de Zack? Ya ni me escucha cuando le hablo.

-¿Mmh?

Un par de palmadas delante de mi rostro me sacan del trance y me giro hacia Astrid, que me mira como si acabara de cometerle la peor traición. Pero como siempre, solo exagera.

-¿Qué? Lo siento.

Tomo la botella de agua que tengo apoyada entre mis piernas, llevándomela a la boca y bebo. Cuando lo hago, mis ojos, que ven por encima del plástico transparente, se detienen en una de las últimas mesas que están junto a la puerta de la cafetería, y ahí lo veo otra vez. Por segunda vez en lo que va de la mañana, aquellos ojos azules vuelven a encontrarse con los míos. Mierda. Al volverme tan rápido sobre mí misma, el agua que había comenzado a bajar por mi garganta se desvía por otro lado y comienzo a toser desenfrenadamente al mismo tiempo que mis ojos se llenan de lágrimas. Claro, si era esto lo que me faltaba; ahogarme en frente de medio instituto.

A duras penas logro enfocar, y el rostro de Astrid vuelve a aparecer en mi campo de visión. Me soba la espalda, intentando calmar mi ataque de tos, y estoy segura que cualquier otro día se hubiera echado a reír como una loca, pero ahora solo me observa con preocupación en sus ojos. Me llevo una mano al pecho y cierro los ojos un momento, intentando recomponerme.

-Dios Santo, mujer. Has estado toda la mañana igual. ¿Te pasa algo? Pareces ida por momentos, y ahora hasta te nos ahogas- niego con la cabeza y le hago un gesto con la mano para que siga hablando. Rose me mira igual desde el otro lado de la mesa, sacudiendo la cabeza en desaprobación.

No les he contado nada sobre mi encontronazo con Aiden, absolutamente nada, y planeo que eso quede así, al menos hasta que mi mente termine de procesar cabalmente lo que ocurrió esta mañana. Tengo suficiente con mi propio tormento, no necesito más gente opinando al respecto y llenándome la cabeza con ideas absurdas; ni siquiera, y sobre todo, a mis amigas.

-Bien, como sea. Te estaba diciendo que si puedes apoyarme en esto y decirle a la pequeña Rosie que deje de ignorar a Zack de una vez por todas. ¡Ya admite que también te gusta! - esta vez se dirige a Ginger, que enseguida la mira con mala cara.

Me aclaro la garganta, llevándome el puño a la boca, y por mi parte le doy una de esas miradas que ponen los padres a sus niños cuando quieren hacerles ver que están haciendo algo malo.

-Yo no digo que tengas que hacerle caso, solo deberías dejarle las cosas claras si es que en verdad no te interesa. Estás jugando con sus sentimientos, Rose, y eso no es justo- intervengo en la conversación, ahora que mi respiración se ha regularizado y mi vida se encuentra fuera de peligro.

Un ejército de pecas se acumula en la parte baja de su frente cuando frunce el ceño, claramente molesta, y se lleva la botella de jugo a la boca, negada a hacer cualquier tipo de comentario al respecto.

- Oye, ¿ese no es Matthew? - pregunta As mirando por encima del hombro de Rose, desviándose por completo del tema de conversación, y ésta última es la segunda en atragantarse con su bebida en lo que va de los últimos cinco minutos.

Un color rojizo se expande por sus mejillas pecosas y se remueve inquieta en su asiento cuando Astrid estalla en carcajadas al verla tan avergonzada.

-Ya veo por qué ahora no quieres ni que mencionemos lo de Zack- la molesta As, dándole una mirada acusadora. Rose abre los ojos a tope e inmediatamente niega con la cabeza, abre la boca para defenderse, pero Astrid le gana de antemano-. No, no, no. Ni siquiera intentes negarlo, picarona.

Hasta el almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora