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Al fin, luego de unos meses, sus amigos más cercanos los visitaron. Ambas parejas, acompañados de sus hijos, caminan hacia el ascensor.

—Desde que nació su cachorro no los hemos visto para nada—comentó Bruce sorprendido, cargando una maleta con objetos de sus niños.

—A mi me sorprende que hasta ahorita nos inviten a presenciar su gran experimento—dijo Quentin con fastidio.

—¿En serio no has visto a Tony?—preguntó Pepper, apretando la mano de su hija.

—No, solo hemos chateado, pero no nos hemos visto. La última vez quedamos de vernos para platicar y tomar un trago, y cancelo de último momento—respondió Natasha tomando la mano de sus hijos para ingresar al elevador.

—Stephen también ha cancelado varias veces—agregó Banner.

—Se ha perdido todas las noches de juego y se queja de eso. Es un quejumbroso. No aguanta nada. ¡Debería vivir mi vida!—clamó el alfa ya inmerso en el interior del ascensor, oprimiendo el botón que los llevaría el piso correspondiente—. Honestamente esperaba más de ellos, ¡son unos charlatanes!

—No sé qué decir—espetó el pelinegro rascándose la cabeza—, la vez que invite a Stephen al partido no fue.

—Maldito, ¿por qué no me invitaste a mi?—se quejó Beck.

—Estabas fuera de la ciudad.

—Ah sí. ¿Cómo estuvo?

—Ganaron.

—¡Mierda!

—Mierda—repitió su pequeña hija, Morgan.

—Jaja, es gracioso.

—Bruce, no te rías—le reprendió su esposa.

—Lo siento, se escucha chistoso.

—¿Saben? Creo que no la están pasando bien—comentó Pepper preocupada.

—Pienso lo mismo—concordó Natasha—. Es que... ¡No se atreven a darnos la cara! Nos han estado evitando.

—Mierda—volvió a repetir la niña.

—Morgan, no. No debes repetir las malas palabras de tu papá, ya te lo he dicho muchas veces.

—Creo que nunca dimensionaron lo difícil que sería tener un hijo, cuidarlo y todo el proceso que implica—continuó Nat.

—Deben estar muy mal—agregó Pep.

—No hay que juzgarlos, debemos mostrarles nuestro apoyo, ¿de acuerdo?

—Ok—asintió el grupo.


—¡Hooola!—saludaron animosos Tony y Stephen, éste último cargando a Peter en una mochila portabebé.

—¡Hola!—el grupo devolvió el saludo, adentrándose con sus niños.

—Por favor, pasen—pronunció Tony risueño.

Comenzó recibiendo sus chaquetas y las mochilas de los más pequeños. Bruce y Stephen se saludaron con un abrazo y Quentin observa el entorno de una forma analítica. Pepper y Natasha quedaron maravilladas y boquiabiertas por lo ordenado y limpio que luce el apartamento, sinceramente, esperaban encontrar un completo desastre y no una imagen sacada de una revista.

Los hombres se quedaron viendo los bocadillos y las jarras cristalinas llenas de naranjada y limonada. Beck no dudo en servirse un vaso de la refrescante bebida anaranjada.

El acuerdo (Ironstrange AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora