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Tony abandonó el apartamento tan pronto como pudo, comenzando las labores de mudanza. Afortunadamente no esta solo, sus amigos: Pepper, Natasha, Bruce y Happy lo acompañan y ayudan a afrontar dicho proceso. Y por supuesto, su pequeño Peter también lo hace y más con esa tierna sonrisita que le ofrece, generándole lo más hermosos sentimientos. Cargándolo en un porta bebés, besó su mejilla tersa y lo abrazó acariciando su cabecita con excesiva ternura.

—Hey Tony, ¿dónde dejo esto?—preguntó Bruce cargando una pesada caja.

—En esta mesa—le indicó.

—Aquí están las demás cosas—agregó Pepper trayendo otra caja, seguida de Happy y Nat.

—Muchas gracias. No sé que haría sin ustedes.

Pepper se acercó, rodeando sus hombros en un gesto amistoso. Aunque el omega no mencionó el motivo de su repentino cambio de hogar, no hizo falta preguntar, saben muy bien el porqué de su desición, por lo que todos se esfuerzan en hacerlo sentir mejor.

Continuaron acomodando las cosas mientras sus pequeños ven la televisión. Luego de un rato decidieron tomar un descanso en la sala. Tony les ofreció café y se desplazo a la cocina, encontrando la cafetera que Stephen le obsequió en su cumpleaños en uno de los muebles del lugar. Los recuerdos fueron inevitables y Tony, tragándose sus lágrimas, se vio en la necesidad de guardar el aparato en un lugar lejos de su vista.



Everett Ross no demoro en instalarse en el amplio y moderno apartamento del neurocirujano. Poco a poco la habitación de este último se lleno de objetos personales del omega.

Ambos se levantaron temprano para acudir a sus respectivos trabajos. Stephen preparo té y le ofreció una taza a su pareja.

—No, gracias cariño, se me hace tarde—dijo apurado, despidiéndose con un beso en los labios—. Nos vemos en la noche.

—Nos vemos.

Una vez que el omega se retiró, Stephen se dirigió al refrigerador para extraer algo de desayunar y, rápidamente, una fotografía de Tony y Peter, que él mismo pegó en dicha superficie, atrajo su atención. Se detuvo a mirar la imagen, apreciando los rostros radiantes de felicidad, recordando el día que tomo esa fotografía y lo feliz que él también se sintió en aquel momento. Ahondar en esos recuerdos solo le trajo un puñado de sentimientos tristes.

Ha pasado un par de semanas desde que Tony se fue y extraña un montón a su cachorro. En realidad, a los dos. Echa de menos charlar con Tony, encontrárselo en el ascensor, verlo merodear por su apartamento y salir con él. Le cuesta trabajo acostumbrarse a la idea que Tony ya no vive allí, tanto que van varias veces que, de forma inconsciente, termina en la puerta del apartamento que su amigo solía habitar, solo para recordar de golpe que ya no esta más ahí.



Stephen se alista para visitar a Peter. Durante el camino se quedo pensando como antes podía verlo a diario y ahora tiene que partirse en dos para poder verlo los fines de semana si es que no le surge un imprevisto. Pero no importaba todos los ajustes que debía hacer o los obstáculos que se le atravesarán, él no dejaría de ver a su hijo.

A su arribo, Tony lo recibió en apariencia normal y tranquilo, inclusive con una sonrisa deslizándose por su rostro.

—Hola Tony.

—Hola.

El alfa de repente se sintió nervioso e incómodo, aunque ambos dan lo mejor de si para mostrarse tranquilos y relajados, un aire tenso se respira en el ambiente.

El acuerdo (Ironstrange AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora