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Estaba tan absorto en sus pensamientos que no se dio cuenta a que hora oscureció, se percato de ello cuando Everett le puso una mano en el hombro y le comunicó sus deseos de ir a cenar y, consintiendo aquellos deseos, se trasladaron a un restaurante cercano.

Arribaron al lugar e inmediatamente tomaron asiento.

—¿Por qué traen a niños a este lugar?—planteó el agente discretamente al enfocar su vista en la familia de la otra mesa.

El alfa fijo su atención en la dulce pareja de enfrente y sus inquietos niños.

—Arruinan la experiencia—añadió el omega disgustado.

Stephen recordó cuando solía decir lo mismo y, sin darse cuenta, se perdió viendo a la adorable familia de enfrente, especialmente al niño más pequeño.

—Lo siento—se disculpo al sentir la mirada confundida de la pareja—. Su hijo me recordó al mío.

—No se preocupe—respondió la omega amigable.

—Son adorables. ¿Cuántos años tienen?

—Él tiene cuatro años y el más grande seis.

—El mío pronto cumplirá dos años.

—Huy preparate.

—Sí.

Stephen se volvió a su mesa y al enfocar su vista en el enseriado rostro de Everett, la sonrisa generada por la breve charla se desvaneció. Eludió los fríos ojos del omega y, tratando de seguir la cena con normalidad y escapar de la tensión latente en el ambiente, agarró la carta y la reviso.



—Espera, espera—dijo Tony correteando a Peter, la emoción que siente el niño al caminar lo lleva a precipitarse y acelerar su paso—. Con cuidado, Pet—le agarró la mano para ayudarlo a subir las escaleras—. Despacio.

Desde que Peter aprendió a caminar Tony tiene que estar cuidando cada uno de sus pasos.

A punto de subir su primer escalón, el timbre sono.

El niño se echo a correr hacia la puerta, Tony pronto lo alcanzo y estrecho su mano. Acto seguido, abrió la puerta y se encontró con una cara familiar.

—Hola.

—Stephen.

—¡Papá!—gritó Peter emocionado quien soltó la mano del omega y dio unos pasitos hacia su otro padre.

Stephen rápidamente se puso de cuclillas para recibir a su cachorro. Un sentimiento entremezclado de alegría y tristeza lo invadió, le da mucha emoción verlo caminar, pero al mismo tiempo, se siente entristecido por haberse perdido aquel proceso.

—Ven—balbuceó el niño tomando la mano del adulto conduciéndolo hasta la sala.

A través de señas y balbuceos le pidió que tomara asiento en el suelo y cuando lo hizo, Peter, de una caja, empezó a sacar varios peluches que después colocó en las manos de su padre para que jugará con él.

Jugaron por un buen rato hasta que a ambos les dio hambre. Pidiendo el permiso de Tony, llevó a Peter a comer algo por ahí.

Cuando terminaron de comer dieron un breve paseo y antes de que anocheciera, Stephen regresó a Peter a su hogar. Al llegar el momento de despedirse, el pequeño se aferró a su mano diciendo:

—No.

Pero Strange tuvo que partir pese a las rabietas, objeciones y chillidos de su niño. Cada vez que eso sucedía al alfa se le partía el corazón.

El acuerdo (Ironstrange AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora