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Con aquel empujón, por supuesto, terminaron llamando la atención del apuesto alfa, quien se sobresalto.

—¡Ooh! ¡Lo siento, lo siento!—exclamó Tony exagerado—. ¡No lo vi!

—¿Estás bien?—preguntó el rubio desconcertado.

—Lo sentimos, amigo—dijo Natasha igual de exagerada.

—Es que yo... me tropecé...

—Lo que pasa es que yo me tropecé y accidentalmente termine empujando a mi amigo.

—Ajá y yo estaba distraído—añadió Tony.

—Y luego chocaron contra mi.

—Sí, de verdad lo sentimos. ¡Es mi culpa!—vociferó la pelirroja.

—Ehm... ¿Se les pasaron las copas? —inquirió el hombre un tanto confundido.

—¿Qué? No no no, no hemos bebido, es que yo soy realmente torpe. No me fije. ¡No sé dónde tengo la cabeza!—mencionó Natasha.

—Ok—sonrió—. Por cierto, soy Steve Rogers—extendió la mano hacia Tony para darle un apretón—. ¿Y tú eres?—preguntó observándolo detenidamente.

—Tony—respondió con una sonrisa amplia y un marcado contacto visual, correspondiendo el apretón de manos.

Ambos se quedaron mirando aun con las manos entrelazadas, luego Steve lo invito a acomodarse en una de las mesas del lugar.



El agente Ross permanece sentado en el sofá del apartamento de Tony, revisando su celular, moviendo ansiosamente su pie derecho mientras espera a su novio, el cual se ausentó hace más de media hora para atender a su cachorro. Constantemente checa el reloj y siente que ya ha pasado mucho tiempo. Un poco inquieto y aburrido decidió buscar a Stephen y corroborar que todo estuviera en orden. Entre más se acerca, más escucha el estridente llanto del bebé.

—Tranquilo, mi niño hermoso. Ahorita vas a estar mejor. Papá esta aquí—susurró tierno y cariñoso, desprendiendo su aroma para calmarlo, limpiando a su cachorro.

—¡Stephen!—gritó el omega a lo lejos.

—¡Estoy aquí!—exclamó tomando otro bonche de toallitas.

Everett, cautelosamente, se asomó a la habitación del niño y un olor desagradable rápidamente invadió sus fosas nasales. Sus ojos engrandecieron al ver la pared y algunos cuadros cubiertos de algo pastoso color marrón y, especialmente, de ver al alfa sucio, con la camisa machada de la misma sustancia marrón, pasando una toallita por el trasero de su cachorro, el cual tiene la carita roja de tanto llorar por un dolor en su pancita y se aferra a su papá agarrándolo de su camisa.

—Hola chiquito—pronunció un poco nervioso al percibir el rostro desencajado de su pareja.

—Eeeh... yo... ¿Eso es...?—preguntó sorprendido al ver a Stephen con una mancha marrón cerca de su mejilla.

—Todo esta bien—aclaró aunque su entorno dice lo contrario.

—Ok, ehm... ¿Sabes qué? Debo irme. Tengo trabajo pendiente—dijo apresurado e incómodo por la escena y los fuertes gritos de Peter—. Adiós.

—Esta bien. Después de esto tendré libre toda la noche. ¿Sí?

—Ok ok, nos vemos—se despidió, saliendo disparado de allí.

—¿Me das un beso? No es cierto, es broma.



El acuerdo (Ironstrange AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora