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Tony se siente inmensamente ansioso y feliz... Feliz de por fin encontrar a esa persona que lo complementa en todos los sentidos. ¿Cómo pudo haber sido tan ciego? Tuvo al amor de su vida frente a él todo este tiempo y lo descubre apenas, más de veinte años después. Es extraño, es como si le hubieran quitado una venda de los ojos. La sensación que el descubrimiento le genera es simplemente de dicha, más aun al saberse correspondido, por lo que sin pensarlo, cerró los ojos y se lanzó a él, ahuecando su rostro en sus manos, y lo besó, ávido y desesperado.

Para su gran consternación, el beso apenas duró un segundo, Stephen lo rompió enseguida colocando ambas manos en sus hombros y lo aparto. Al abrir los ojos, le inquieto ver el rostro del alfa sumamente pálido y aterrado.

—No sé en qué momento empezaste a beber, pero...—dijo asustado, mirándolo como si le hubiera crecido una segunda cabeza.

—¡No estoy borracho!—aclaró de inmediato—. Estoy enamorado de ti

—Ah... Eeeh...—comenzó a balbucear—. Estoy confundido. Esto no tiene sentido. No puedes estar hablando en serio.

—¿Por qué?

—Porque creí que estábamos en la misma página... ya sabes, tú estás saliendo con el señor grande y yo con Everett.

—¡Ya sé! Steve, es lindo y todo, pero la verdad no me gusta... y lo tuyo con Everett, ¡por favor! Ambos sabemos que eso no va a funcionar—pronunció con plena seguridad.

—Tony...—tragó saliva y lo miro con preocupación—. Everett se va a mudar conmigo—le informó tratando de ser lo más suave posible.

—¿Qué?—repuso frunciendo el ceño confundido—. No entiendo...—murmuró hiperventilado luchando por mantener la compostura.

—Yo tampoco entiendo. Nunca te di motivos, Tony.

—¿Y las cosas que dijiste en la cena?

—¿De qué hablas?

—De las cosas que dijiste en la cabaña, durante la cena de Año Nuevo, cuando Beck empezó a fastidiar.

—¡Aaah ya!—clamó recordado a lo que se refiere, pero tan pronto recordó su rostro palideció y sus ojos se ampliaron—. Oh no...—llevo su dedo índice y pulgar al puente de su nariz dándose cuenta lo que sus palabras provocaron.

—No puedes decir que amas a alguien y luego retractarte.

—¡Sí! Yo dije eso y lo dije en serio, pero no... ¡No creí que lo fueras a mal interpretar! Yo lo decía como amigos, n-no en un sentido romántico—esclareció Stephen luciendo realmente mortificado.

—Ok—asintió cabizbajo incapaz de reprimir las lágrimas que comenzaron a rodar por sus mejillas.

—Tony, ¡eres grandioso! El omega más hermoso, divertido e inteligente que he conocido, pero...

—Ya ya, entiendo.

—En serio lo lamento mucho. No era mi intención hacerte pensar que...

—Esta bien—enjuago las lágrimas en su rostro con la manga de su saco.

—Creí que... teníamos un acuerdo y-y que estábamos en la misma sintonía, que nos sentíamos del mismo modo... Nunca me diste señales que tú sintieras algo por mi.

El omega se puso de pie y se retiró de allí lo más rápido que sus temblorosas piernas le permitieron, se siente tan avergonzado y tonto por haber asumido demasiado que no quiere volver a cruzar mirada con él.

—Tony...—lo llamó una vez más solo para verse ignorado.

Se resigno y desistió en cualquier intento por seguirlo. Correr tras él no le parece la mejor idea en este momento. Arrojó un pesado suspiro, viendo como el hombre se marcha de allí dejándolo solo.

El acuerdo (Ironstrange AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora