22| Ven Y Sálvame

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Rose Collins.

Muéstrate fuerte incluso cuando tu mundo se viene abajo.

Era fácil pensarlo, de hecho creí qe podría seguir superando las dificultades con ese pensamiento pero ahora no sabía ni siquiera a dónde ir o qué hacer. Todos mis pensamientos se basaban en él, una extraña necesidad de tenerlo a mi lado me hizo preguntarme más de una vez qué sucedía conmigo; quería que aceptará tenerme a su lado aunque fuera algo imposible, en el fondo yo también sabía que lo mejor para ambos sería alejarnos.

Me dejé caer contra la puerta y llevé mis manos al cabello para revolverlo, un nudo se presentó e mi garganta junto a las lágrimas que inundaron mis ojos haciéndome estremecer ante la idea de un posible adiós. No quería irme, tampoco dejarlos pero era lo mejor para todos. Si yo me iba, ellos podrían seguir con su vida sin una chica que sólo les complicaría los planes. Debía ser fuerte y tomar mis maletas, guardar las cosas e irme para nunca volver.

Los mantendría en mi memoria como recuerdos.

Comenzamos siendo un grupo de amigos que ahora se dividió en dos bandos: el de ellos y el mío. La vida apestaba, creí que podríamos seguir siendo amigos y vine hasta aquí con esa idea en mente pero al final terminamos sentenciando el final de nuestro vínculo. Ahora debería decirle adiós a Eros, Sean, Ryan y Foster. Era algo que sabía que pasaría pero nunca me preparé lo suficiente para este momento.

Tomé las maletas que guardé hace unas semanas y comencé a guardar mi ropa, mis manos no dejaban de temblar ni un segundo por lo que apreté una camisa y ahogue un sollozo contra ella. Me dolía el pecho, mejor dicho, mi corazón estaba incendiándose. Era demasiado arriesgado permanecer aquí con ellos, no llamaría a la policía y tampoco permanecería a su lado. Yo sólo desaparecería de sus vidas como lo hice antes con otras personas, un adiós y fin.

— Maldita sea.— susurré lanzando una de las maletas.

Los pasos acercándose me tomaron por sorpresa al igual que el portazo ocasionado por Ryan, sus ojos se posaron sobre los míos por unos segundos hasta que guardó la pistola en su cinturón y se acercó para tomarme de la mano. Fruncí el ceño en el momento que tiró de ella obligándome a chocar contra su cuerpo, sus ojos cafés adquirieron un brillo diferente a otras veces y me percaté que su agarre se profundizó un poco. El silencio que nos envolvía sólo indicaba una cosa y no estaba segura de que pasará, mejor dicho, no quería que ocurriera.

— Ry...— comencé a hablar pero él se acercó a mí rostro.

— No te vayas, por ningún motivo me dejes.— susurró contra mis labios y mi corazón se aceleró por el pánico.— Rose, no puedes volver a marcharte.

— Estamos demasiado cerca, ¿No creés?

— ¿No creés que ya sabes lo que tengo en mente?

No, Ryan, no.

— No.— lo detuve pero él no cedió.— Ryan, eso no puede pasar.

— ¿Es porque no soy Eros?

— No, es porque eres mi amigo y...

Una figura detrás en la puerta me dejó sin palabras, la expresión de Eros era seria y sólo demostraba molestia. Sus ojos se clavaron en los míos, sentí una punzada en el pecho cuando tensó su mandíbula mirando hacía otro lado para evitar verme. Ryan pareció percatarse de lo que sucedió ya que se volteó hacía el chico e hizo una mueca, un silencio incómodo se formó entre los tres.

Pequeño Demonio: Enamórame ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora