40| La Misión II

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Rose Collins.

Sólo tengo recuerdos borrosos de aquella noche.

Recuerdo el dolor de sentirme traicionada y también la herida de un corazón roto.

Recuerdo ser cargada por Evan antes de ingresar a su organización.

Recuerdo ver el rostro de Ryan alterado tras mi rastro de sangre.

Recuerdo a Selene diciéndome "Resiste".

Todas esas personas que recién acababa de conocer, armaron un caos en la búsqueda de medicinas y gasas para curarme. Sólo podía ver sus expresiones de sorpresa ante mi herida y luego sentía la cálida mano de Ryan sobre la mía, sus ojos no se apartaban de los míos lo cual me hacía sentir más culpable. Yo había elegido a Eros, y elegí mal.

— Rose, mantén la calma.

— Lo siento Ry, fui una estúpida.— susurré.

— Ambos lo fuimos, yo tampoco esperé que Eros nos traicionara y se fuera con Winter.

— ¿Dónde... Dónde estabas?

— Fui a salvar a tus abuelos, Winter tenía un grupo de hombres fuera de su casa para cuando ellos llegarán.

— Debe ser una puta broma.— murmuré antes de que una chica se apareciera frente a mi.

— Hola, soy Mary y seré quien te curé esa herida.— advirtió mirando a Ryan, Selene apareció a mi lado y cubrió mi nariz con un pañuelo.— Te dormiremos para que no sufras, pero no durará demasiado el efecto.

Entré en pánico.

— Está bien Rose, estoy y estaré aquí cuando despiertes.

Lo último que escuché esa noche fue la voz de Ryan.

Luego sentí como el contenido del pañuelo surtía efecto en mi organismo causando que los párpados pesarán más de lo normal, una suave sensación de paz me inundó mientras caía en un profundo sueño. Era como si poco a poco, mi mente comenzará a asimilar lo que ocurrió.

Confíe y me traicionaron.

{...}

Corría, pero por más que me esforzará en escapar aquella figura siempre me encontraba. Mis gritos eran desesperados, sin embargo, a pesar de encontrarnos en un lugar público, nadie podía oírme más que esa persona. Él disfrutaba de mi sufrimiento y yo sólo podía llorar ante la imposibilidad de una escapatoria.

Sus manos cubrieron mi cuello, mis pulmones comenzaron a suplicar por oxígeno pero no fui capaz de brindárselos. Mis ojos lagrimosos se encontraron con los ojos claros de aquella persona, unos ojos verdes en los cuales podía ver el estúpido reflejo de mi rostro. Yo, débil e ingenua. Él, fuerte y manipulador.

Entonces abrí los ojos ante un salto por el miedo de la pesadilla. No reconocí la habitación en la que estaba, pero Ryan estaba dormido a mi lado. Observé las paredes blancas con cuadros de flores e hice una mueca, levanté mi blusa para ver mi abdomen cubierto por fajas. El recuerdo de lo sucedido anoche llegó como una tormenta, la confusión que me brindaron los primeros segundos del despertar se esfumó.

Pequeño Demonio: Enamórame ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora