14| Descontrol II

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Rose Collins.

Mis ojos pasaban de Eros a Ryan quien tensaba la mandíbula a tal punto que me preocupe de que se rompiera algún diente, miré al imbécil de nuestro amigo que estaba tomando como si todo esto fuera absolutamente normal mientras que los hombre se iban furiosos del club.

Ignoré los murmullos de las mujeres donde más de una decía que quería acostarse con Eros y puse mi atención en Foster quien trazó una línea en su cuello amenazándome, Sean hizo una mueca de lástima cuando Ryan volcó su atención en mi.

— Le diré a Sean que te lleve al coche, es mejor que...— lo interrumpí.

— Puedo con esto.

Mentirosa.

Ni siquiera planeas apartarte de él porque te asustan estas personas.

— ¡Bien! Se terminó la diversión, vayan a sus mesas que les daremos tragos gratis.— soltó Sean dando aplausos.— ¡La casa invita!

Esperaba que todos se fueran pero mi atención cayó en dos chicas que se acercaron a Eros con una sonrisa coqueta, se sentaron una a cada lado captando la atención del idiota que estaba demasiado ebrio como para saber que tenían segundas intenciones. Noté que Foster le hacía una seña a Ryan y él asentía, segundos más tarde sentí cómo me empujaban hacía Eros tomándome por sorpresa.

Intenté mantener el equilibrio en un torpe movimiento por el cual casi caigo sobre la mesa de no ser por la velocidad de mi mano que evitó la caída, sentí mis mejillas ardiendo en el momento que todos posaron su atención sobre mi y evité la mirada de Eros por lo que miré a Ryan quien estaba cruzado de brazos.

— Yo no fui.

— Lo lamento, es que tú sueles ser un suavizante para ellos dos.— respondió Sean jugando con sus manos nervioso.— ¿Entiendes lo que digo?

— No, ¿Podrías explicármelo con jeroglíficos?

— ¿Rose? ¿Q-qué haces aquí?.— preguntó Eros saliendo de su pequeña fiesta.— ¿Cuándo llegaste?

— ¿Qué hago aquí? Déjame pensar... ¿Quién fue el idiota que se metió en problemas? Cierto, tú.— respondí clavando mis ojos en los suyos.— ¿Y desde cuándo estoy aquí? Pues desde que tiras dinero como si fueras un puto millonario y tratas al resto como basura.

— Uy, se enojó.— murmuró Sean con una pizca de emoción en los ojos.

— Borra esa sonrisita si quieres conservar tu cara.

— Lo siento.

— ¿Quién mierda la trajo?.— preguntó Eros mirando a los chicos y levanté ambas cejas, solté una risa falsa antes de mirarlo.

— ¿La trajo? ¿Acaso yo no podía venir? Oh lamento preocuparme luego de que desaparecieras sin dar señales de vida.— dije con un tono poco amigable.— Pero no te preocupes, no te estorbare más.

— ¿Y ella quién es?.— escuché murmurar a una de las chicas.

— No quise decir eso, Rose...— respondió Eros cerrando los ojos con fuerza, estiró su mano para tocarme el brazo pero me aparté.

— Tranquilo, quédate con las personas que sí son bienvenidas.— señalé a los chicos quienes hicieron una mueca.— Y vete a la puta mierda, Eros.

Levanté el mentón con orgullo antes de mirarlo una última vez, caminé hasta las escaleras sintiendo las miradas de los chicos sobre mi y salí del maldito club que comenzaba a detestar. Una vez que estuve sola en el estacionamiento me percaté que no tenía forma de volver, los chicos tenían las llaves de sus coches y si quería tomar un taxi debería caminar sola hasta la avenida atravesando varios callejones.

Pequeño Demonio: Enamórame ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora