28| Fugaz, Doloroso Y Deprimente

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Rose Collins.

Nuestras miradas estaban pérdidas entre sí, podía ver que Roy buscaba algo en mis ojos que le negaran los hechos y sin darme cuenta, yo hacía lo mismo con él. Estábamos sumidos en nuestros propios mundos los cuales acababan de chocar creando una catástrofe, el mundo se incendiaba y ninguna manguera parecía detener el paso de las llamas. Creí que debía permanecer callada, esperar a que la información sea procesada pero entonces oí los pasos de los chicos a mis espaldas.

Ninguno de ellos se acercó más de lo debido, sin embargo, intentaron demostrarme que estaban allí a mi lado. Me dieron su apoyo de una forma discreta, sin invadir el pequeño espacio que nos rodeaba a Roy y a mi. Pude ver que la mirada del chico comenzaba a decaer y por un instante me vi reflejada en él, una sensación fría recorriendo nuestros cuerpos llegando a congelar los corazones. Un sentimiento escalofriante y temeroso, algo horrible.

No volvería a entregarle mis lágrimas a alguien que me hirió.

No caería en el mismo truco.

No quería que él se sintiera de esa forma, sobre todo porque Roy era el sol y las demás personas debían ser quienes se inclinaran a su calidez. Lo conocía a la perfección, él se merecía cosas buenas después de tantas malas, nadie debía opacar su brillo. Pero el mundo estaba hecho por una balanza y en la mayoría de los casos, a las personas buenas solían pasarle cosas malas que contrastaban su bondad. Pues los más bondadosos suelen ser los que más sufrieron.

— Debes tener frío.— comenté acercándome y él hizo un intento de sonreír.

— No me gusta el contacto físico.

— Lo respeto, créeme, pero ambos necesitamos apoyarnos en el otro ahora.— respondí acercándome a él con precaución.

En la mayoría de los casos, Roy me empujaba en dirección contraria y escapaba. Sin embargo, en ese instante donde las dudas se incrementaron, él se acercó a mi de forma tímida y rodeó mi cintura con sus brazos quedando yo a la altura de su pecho. Me hubiera gustado ser más alta para poder protegerlo con mi gesto, pero lo único que podía hacer era brindarle la calidez de mi cuerpo que contrarrestaba el frío que él debía sentir.

— Te aprecio, Rosie.— susurró haciéndome sonreír.

— Yo también te quiero, Roy.— aferró su agarre.

Gracias al tiempo pude comprender el significado de las palabras de Roy.

Un te aprecio solía ser un te quiero.

Un no necesitaba tu ayuda era un gracias.

Un quería saber si desgraciadamente seguías respirando significaba un te extrañé.

— Roy, ¿Quieres entrar? —preguntó Eros captando la atención de todos.— Parece que ustedes dos tienen mucho de que hablar.

— Ven, pasa.— le sonreí sujetando su mano y mi amigo asintió.

Todos ingresamos al edificio con la única diferencia de que los chicos se alejaron dejándonos solos y mis padres nos guiaron a una habitación antes de marcharse, el lugar también era nuevo para mi por lo que no sentía la suficiente confianza como para moverme con libertad. Nos sentamos en los sillones que estaban ubicados en el centro y miramos hacia cualquier lado menos nuestros rostros, un silencio incómodo se formó entre ambos dividiendo la habitación en dos y de alguna forma me sentí incapaz de unirla. Miré a Roy antes de que ella me mirara y suspirara.

Pequeño Demonio: Enamórame ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora