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Parpadeé un par de veces antes de que me diera cuanta de que estaba en el pido en una habitación

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Parpadeé un par de veces antes de que me diera cuanta de que estaba en el pido en una habitación.

Recordé lo que pasó.

Estaba sentada esperando a alguien. De repente ese alguien apareció y me saludó, dijo mi nombre. Otra persona me tapó la nariz y la boca dejándome inconsciente.

Mis manos estaban atadas y me dolía todo el cuerpo por mi incómoda siesta. Me paré del piso y me concentré en mi alrededor. Paredes blancas, suelo negro, sin ventanas, una puerta. Caminé hacia la puerta lentamente y algo dudosa. ¿Qué pasa si está abierta? No, no puede ser que esté abierta. ¿Me torturarán? Alcé las manos para tomar la perilla, la giré y...

¡¡¡Se abrió!!!

Corrí a toda velocidad hacia la primera dirección que vi y me pareció más útil escapar. Corrí por mi vida. Corrí porque no quería que me pasara algo malo. Corrí por instinto. Corrí porque eso era lo más lógico si estabas en una situación como esta.

Intenté encontrar la puerta que daba hacia el exterior de ese lugar que parecía una casa, pero escuché unos ruidos de sillas arrastrándose por el piso de manera rápida, como si se levantaran de golpe.

Giré hacia un pasillo y de pronto tres personas salieron como en una película. Los dos hombre estaban a los lados y había una mujer en medio.

Ya valí, pensé.

Me di la vuelta lo más rápido que pude y corrí de nuevo intentando escapar de ellos, pero todos corrieron detrás de mí. Como yo tenía las manos atadas no se me hizo fácil correr, en cambio ellos corrían a la velocidad de la luz. Intentaba no caerme por falta de equilibrio pero me parecía casi imposible.

Como estaba corriendo al azar, para mi mala suerte, regresé a la habitación en donde había despertado hace menos de cinco minutos. Intenté cerrar la puerta detrás mío pero cuando estaba a nada de hacerlo uno de los hombres la empujó con tanta fuerza que volé por el aire y caí al suelo. Entraron y yo me hice para atrás como pude.

—¿Cerraste la puerta, Alf? —preguntó unos de los chicos hacia el otro. Sonaba como si se estuviera contuviendo para no gritarle.

—Juro que pensé que la había cerrado —respondió el otro chico y reconocí su voz de inmediato.

¡Es el chico que se metió en mi habitación esta mañana!

—¿Qu... Qué me van a hacer? —pregunté asustada.

Los miré uno por uno esperando que me dirigieran al menos una palabra pero mis ojos se abrieron en sorpresa cuando vi esos ojos azules y cabello negro. La misma chica que me dijo dónde era la salida del fraccionamiento de millonarios.

Miré al último chico y ya no o podía creer. El chico de cabello negro y ojos verdes estaba ahí, a un lado de la chica. A todos los conocí antes de estar aquí, al parecer secuestrada.

Siempre Existió © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora