12

0 0 0
                                    


Había pasado ya una semana desde que llegamos aquí

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Había pasado ya una semana desde que llegamos aquí. Ahora ya sabía que nos encontrábamos en Nosan. Al menos no habíamos salido del país.

Me encontraba entrando a una casa inmensa. Tenía cinco pisos. Había preguntado si eso era un hotel como al que me habían llevado primero, lo que me hizo recordar a la pobre chica que murió, bueno, que mataron, pero me dijeron que esa era la casa de su superior.

What the...?

Nos paramos en frente de la puerta principal y Aída tocó una especie de timbre pero para personas que no tenían en qué gastarse el dinero. De repente, algo vino a mi mente. Eso que me atormentaba casi todas las noches. Con lo que había luchado por convencerme que no fue real. Y no podía ser real. Era imposible que eso fuera real.

Y era aún más imposible porque ni siquiera se parecía por completo, me estaba empezando a marear.

—¿Estás bien, Arlet? —oí la voz de Ayton pero se escuchaba muy lejos.

Y segundos después, me desmayé.

————————————————————————

Desperté en una cama, muy cómoda por cierto, pero aún estaba confundida.

Miré por la ventana y sentía que me mareaba de nuevo.

No, no, no, es imposible que fuera real. Es completamente imposible.

Tú eras una bebé normal, nada es real, me dije a mí misma.

Me levanté de la cama y salí de la habitación.

Comenzaba a dudar que hubiera vivido lo que siempre me atormentaba.

Si todo era cierto, entonces necesitaba explicaciones.

Fui al despacho, para mi sorpresa, lo encontré. La puerta estaba entrecerrada y había personas dentro, hablando. Entré... y no podía creerlo, no quería creerlo.

Todo seguía casi igual.

—Arlet —dijo la persona que estaba sentada en una silla elegante detrás del escritorio, me miraba con un brillo en los ojos.

Las lágrimas comenzaron a salir, pero me contuve.

—Tú no eres real —le dije mientras negaba con mi cabeza—, nunca serás real.

—Arlet, ¿qué pasa? —me preguntó Aída pero yo y él la ignoramos.

Él se puso de pie.

—Hija... —intentó.

—No —dije con firmeza.

—¿Hija? —preguntaron Alfie, Aída y Ayton al unísono.

—No —más que negárselo a él, me lo negaba a mí.

—¿Me recuerdas?

—¿Que si te recuerdo? No te conozco, nunca te he visto, nunca hemos convivido, no —traté de sonar convincente pero las lágrimas empezaron a trazar un camino por mi mejilla.

—Tu madre... —le interrumpí al instante:

—¡NO! ¡No! ¡Ella murió al darme a luz! ¡Ella es la verdadera, nadie más!

—Arlet...

—No... —era más para mí que para otra persona. Me estaba intentando convencer a mí, a nadie más.

—Arlet... —le dejé hablar— Recuerdas cuando tu madre, por las noches te leía tu cuento favorito, terminaba en: El príncipe murió, la princesa se suicidó, la reina se derrumbó, y al rey junto al castillo perdió.

—No... —negó de nuevo.

—Arlet, tu madre sí murió, solo que no fue dándote a luz.

Ayton, Alfie y Aída continuaban en silencio, estupefactos.

—¿Tú sabías que he estado con un terapeuta en un tratamiento por años?

—No, no sabía.

Estaba intentando procesar todo en mi mente.

En unos segundos ya me encontraba abrazando a mi padre. Mi verdadero padre. El que, probablemente me abandonó, pero nunca mintió. Al padre a quien yo de verdad le importaba.

—Tengo una pregunta, ¿por qué la frase de ese cuento es tan... tétrica? —pregunto Aída.

Reí y me separé de mi padre para mirarla a ella.

—Esa frase resume el cuento entero —comencé—. La princesa y el príncipe se amaban mutuamente, pero el príncipe tenía muchos enemigos, así que ellos lo mataron. La princesa estaba muy triste, así que no pudo con el dolor y se suicidó. La reina tenía que ser fuerte por ella, por su esposo y por el reino, pero el rey estaba muy débil, y ella cayó emocionalmente. Y por eso lo último: "al rey junto al castillo perdió". La rey perdió la vida por una enfermedad terminal, y la reina no podía con tanta presión así que perdió todas las cosas valiosas del castillo por unos ladrones.

—Wow —comentó asombrada.

Siempre Existió © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora