Estaba viendo un puesto de artesanías de cosas en miniatura con Alfie. Los objetos tenían los detalles tan bien que era casi imposible de creer que eso fuera real.
—¿Cuál es el precio de esto? —pregunté señalando una cocina de miniatura con sartenes y todo.
—Siete dólares con cincuenta —informó la que atendía en el puesto.
Me imaginaba a las personas trabajando por horas haciendo esto y realmente pensé en que eso estaba muy barato para todo el trabajo que se hacía.
Pero luego recordé que solo traía tres dólares en mi bolsillo y me sentí mal. Por supuesto que no tenía el dinero para comprar eso por muy bonito que pareciera.
—¿Quieres comprarlo? —me preguntó Alfie.
—Sí, pero no tengo dinero suficiente —respondí con un suspiro de tristeza volviendo a mirara la cocinita.
—Me das la cocina, por favor —le dijo Alfie a la que trabajaba y ella tomó una bolsa de papel y metió la cocina con mucho cuidado adentro.
—No, no, ¿qué haces? —miré a Alfie esperando una respuesta, ¿haríamos lo mismo que en la plaza?
—Serían siete dólares con cincuenta.
—Sí, aquí tiene —le entregó un billete de diez dólares a la señora—, quédate con el cambio —Alfie tomó la bolsa de papel y me la entregó—. Gracias —le dijo a la que atendía. Nos dimos la vuelta y caminamos.
—¡A ustedes! —respondió la señora muy feliz.
—¿Qué...? —intenté decir.
—Disfruta tu regalo —dijo él regalándome una sonrisa.
Sonreí también, no acostumbraba a recibir regalos si no era navidad o mi cumpleaños. Pasamos por una heladería, Alfie y yo entremos para comprar algo. Salimos del local y nos sentamos a platicar en una banca.
Pasamos un buen rato riéndonos de mis anécdotas ridículas en el colegio, o la vez en la que era pequeña y estaba jugando con mi perro pero me tropecé y mi perro se subió encima de mí, aplastándome.
Nos habíamos acabado los helados que pedimos pero seguimos platicando.
Supe que, en realidad, ellos no eran lo que parecían ser. A veces podían verse inofensivos pero llegan a ser demasiado peligrosos. En pocas palabras, son psicópatas que se unieron desde los diez años a un grupo de más de doscientas personas con el mismo problema mental que se dedican a matar.
Me asusté por un momento pero él explicó que no creía que su superior me quisiera para matarme, así que me tranquilicé un poco pero la probabilidad de que me mate aún seguía ahí.
Caminamos por lo que parecía ser el centro de Celm. Había muchas personas. Alfie traía su celular así que nos tomamos fotos con algunas plantas muy bonitas que vimos. El tiempo se estaba pasando volando. De repente, me dió hambre.
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Siempre Existió © #1
Ficção AdolescenteArlet Whitee es una chica más en el mundo. Vive una vida normal hasta que un evento desafortunado para ella le cambia la vida por completo, dándose cuenta de que la persona que más quería la ha traicionado.