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—Ayton es mío, así que ni pienses en coquetearle, eh —me dijo Nel cuando nos quedamos solas

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—Ayton es mío, así que ni pienses en coquetearle, eh —me dijo Nel cuando nos quedamos solas.

Asentí y aún con mis manos atadas me quité la cinta de la boca para poder contestarle.

—Tie... —aclaré mi garganta— ¿Tienes una botella de agua?

—Ucch —rodeó los ojos—, sí —sacó una botella de agua y me la entregó—. Toma.

—Gracias.

—¿De nada? Ahora que estamos solas, dime, ¿por qué nuestro superior te quiere volar la cabeza de inmediato?

—¡¿Qué?! —casi escupo el agua.

—Bueno, no lo dijo así exactamente según Ayton pero, ¿por qué otra razón nuestro superior te querría? Mírate, eres horrible.

Me impactó más el que su superior me quería volar la cabeza que me dijera horrible. Era muy joven para morir, quería vivir experiencias, tener mi primer beso, mi primera vez, mi primer amor, viajar por los lugares más conocidos del mundo, ir a la universidad, y mucho más. No podía hacer todo eso si me moría a los diecisiete años.

—¿Ahora eres muda o qué?

—No, es sólo que... que...

—¿Que qué?

—No estoy lista para morir.

—Nadie en tu situación está lista para morir, pero eso es tú culpa por meterte en los planes del superior.

—¿Quién es su superior?

—Ni yo sé, sólo pocas personas lo conocen, entre ellas están tus secuestradores. Es nuestra máxima autoridad, quien dirige a miles de personas, es por eso que se mantiene bien ocultado de todas y todos nosotros. Pero de igual manera, te quiere a ti así que tú debes saber quién es.

—No sé quién es.

—Vámonos —dijo Aída a mis espaldas y me tomó del brazo.

Ayton y Alfie estaban enfrente de nosotras. Ellos se dirigieron a las escaleras que iban para arriba mientras que yo y Aída nos paramos frente a la puerta de una habitación. Ella abrió la puerta y entré yo primero.

Cerró la puerta detrás de ella y comenzó a desatarme las cuerdas que me ataban las manos. Habían muchos nudos difíciles, casi imposibles de desatar pero ella pudo con mucha facilidad. Sacó la cuerda y la puso sobre una mesa.

Dejó su bolso cerca de la puerta.

—¿Qué quieren de mí? —le pregunté a Aída.

—La pregunta es: ¿qué quiere él de ti? Nuestro superior —respondió.

Se me vino una pregunta a la mente.

—¿Por qué estabas en el fraccionamiento el día de la fiesta?

Siempre Existió © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora