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Entramos a una casa

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Entramos a una casa... me retracto. Entramos a una mansión gigante, las personas que fueron invitadas a la fiesta estaban por todas partes y traían atuendos que se veían realmente caros. Incluso las personas que llevaban a comida a las mesas se veían más elegantes que yo. No sé porqué vine.

Está claro que no le llego ni a los talones a esta clase social. Hasta la piel de estas personas se ve cara. Yo y Neeron caminamos hacia una bolita de gente donde estaba el festejado.

—¡Hola! —dijo su amigo— ¿Quién es tu acompañante?

—Arlet —me presenté.

—Bueno, disfruta de mi fiesta.

—Feliz cumpleaños, por cierto.

—Gracias, Arlet.

—¿Qué onda? —Neeron y su amigo siguieron su conversación dejándome sola sin conocer a alguien.

—Hola, Arlet, ¿cierto? —preguntó una chica acercándose a mí.

—Sí —afirmé.

La chica tenía un aire de ser buena onda aunque su vestimenta se viera de chica presumida. Su vestido era color rojo, era extrapole y tenía escote, le llegaba un poco más abajo del muslo pero sin estar cerca de la rodilla. Tenía ojos color miel y cabello castaño claro. Se veía hermosa. Los tacones blancos a juego con su cartera hacían que se viera segura y confiada de ella misma.

Su muñeca tenía brazaletes brillantes, algunos eran lisos y otros traían figuras alrededor. En su mano tenía anillos con diamantes relucientes y hermosos. Traía un copa de vino en una mano y en la otra su cartera y celular.

—Y, ¿desde cuando conoces a Neeron?

—Desde los diez años —respondí.

—Oh, pensé que siempre había sido antisocial.

—Bueno, la verdad es que él se acercó a mí cuando yo estaba comprando un dulce y me dijo que se había perdido entonces lo llevé con mi padre —expliqué.

—Hola —otra chica se acercó.

Ella era un poco más bajita a pesar de que llevaba tacones. A diferencia de muchas, esta chica llevaba un top y falda del mismo color que iban a juego con sus tacones. Su cabello estaba recogido en una alta coleta que la hacía lucir algo mayor a las demás. Sus párpados estaban pintados del mismo color turquesa que su conjunto y sus pestañas se veían largas y bonitas. Los labios tenían un toque natural pero a la vez llamaban la atención.

Las envidiaba. Tenían ropa bonita, cuerpo bonito, celular último modelo, peinados y maquillajes increíbles, piel bonita y que se veía suave y amistades que parecían modelos.

—Ehm... iré a echarle un vistazo a la fiesta —avisé y me di la vuelta.

A lo lejos localicé una salida y corrí hacia ella. Salí de la casa y al rededor no había otras casas que no fueran mansiones lujosas. Di vueltas por todo el fraccionamiento intentando encontrar la salida de este pero no la encontré.

Siempre Existió © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora