♡ 2

32 8 19
                                    

。゚゚・。・゚゚。
CAPITULO 2
    ゚・。・

Al llegar donde está la oficina del director había dos sillas afuera, en una ya estaba aquel chico que con solo dos días de medio conocerlo ya sentía que me hacía el curso imposible. Me descolgué la mochila dejándola caer en el suelo haciendo sonar los llaveros que llevaba colgados en el cierre, me senté desganada en aquella silla y sentí la mirada de una de las secretarias que me miraba con desaprobación como si hubiese cometido el peor de los delitos, y era lógico, ella tenía buena imagen de mí, que no rompía ni un plato y no manchaba un récord de excelencia. Levanté la vista para poder ver al chico quien estaba mal sentado a mi lado, una pierna sobre la otra sujetándola con su diestra y esas gafas de sol en sus ojos, sus dedos de su mano libre jugaban con su piercing y miraba la oficina como si de un turista se tratase, por más que trataba de verle con intensidad para que me viera y poder seguir reclamando, el solo me ignoraba. Otra vez. 

—¿Acaso te gusto? Debe de ser eso que no dejas de mirarme. — Habló arrogante, en un tono serio y sin verme aún.

—Sueñas con que me gustas. Seguro yo te gusto a ti y por eso no fuiste a la biblioteca. — Traté de sacarle el tema, necesitaba saber el por qué no fue el día de ayer.

—Lo que tú digas Hughes. — indiferencia nuevamente. 

— ¿Cómo sabes mi apellido?

—Compartimos dos clases si no lo recuerdas. En ambas pasaron lista, y en una tú dijiste tu propio nombre. — Recordé cuando en el taller el profesor me preguntó, habré hablado muy fuerte o él tiene un sentido del oído muy desarrollado. 

—Compartimos dos clases y yo no sé tu nombre. ¿Cuál es? — pregunté ya curiosa y con algo de pena por mi falta de atención al pase de lista, por un momento había decidido pasar por alto el mal rato de la dirección. Total, ya estaba aquí. 

—Yo te hablo por tu apellido, no por tu nombre.

—Bien, tu apellido es… Hemmings ¿Cierto? Eso recuerdo, por eso el profesor nos sentó juntos, ambos empiezan con “H”.

—Qué lista.— habló sin gracia.

Apenas iba a responder cuando la misma secretaria nos dijo que ya podíamos entrar, no fue tan malo como esperaba,  un sermón de aproximadamente quince minutos sobre el respeto mutuo, la educación, y la responsabilidad del estudio, y para tratar de verse más autoritario, a ambos nos entregó un pequeño papel de media hoja color amarillo, estaríamos después de clases una hora en el salón de literatura, primera vez que iba a detención, y todo por culpa de él. 

Al salir me fue inevitable no sentirme mal, la carga de mis acciones ya me estaban pesando en la conciencia, no sólo había causado un alboroto y había llamado la atención de varios alumnos que iban en el pasillo, sino también le había golpeado con la maqueta, en ese momento no me había puesto a pensar que tenía palillos y pude haberle lastimado, y pensando bien las cosas, yo había hecho que él también fuera a la dirección y a detención. 

—Lo siento. — me sorprendieron sus palabras, se quitó las gafas y las posó sobre su cabello dejándome ver sus ojos, no podía estar enojada siempre, menos cuando la culpa en parte era mía, un suspiro de resignación se me escapó y me encogí de hombros restándole importancia. 

—Está bien… —respondí dudosa.

—Tu primera vez ¿cierto?— nuevamente la diversión en su voz.

—¿Perdón?— fruncí el ceño.

—En la dirección, te hubieras visto, parecías conejito lampareado.

LO DIFÍCIL ES QUERERTE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora