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゚。CAPITULO 14
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La plática fue mínima en el trayecto al parqué, mientras yo iba emocionada por aprender a patinar él iba disfrutando de lo que parecía el último cigarrillo del paquetito. 

Al llegar al parque nos sentamos en los escalones de la entrada al museo, esperé a que él empezara a cambiar sus vans por los patines para imitarlo, amarré lo suficientemente fuerte las agujetas y lo miré levantarse sin dificultad. 

—Espera.— sacó de la mochila que llevaba unas rodilleras, se agachó y me ayudó a colocarlas, la izquierda tenía una especie de esponja justo a la altura de mi herida que ya estaba cicatrizando. — Si caes así ya no te lastimas tanto.— habló burlón. 

—¿Me estás diciendo torpe?— fingí ofenderme.

—Sí.— habló cortante y luego me sonrió. — Cuando te levantes procura no aventar tus caderas hacia mí o te irás de espalda.— me dijo tendiendome sus manos nuevamente. 

—Entendido.— con algo de miedo me sujeté fuerte de sus manos y me levanté con cuidado tratando de no hacer lo que dijo, ahora entendía, él al jalarme tenía que mantener mi eje. 

—En sí es como caminar, sólo que en vez de dar el paso normal haz un impulso en cada paso.— me dijo comenzando a patinar hacia atrás llevándome con él como en la tienda. 

Sentía mis piernas tensarse y temblar al mismo tiempo, derecha, izquierda, derecha, izquierda, repetía ese patrón en mi mente tratando de concentrarme, un niño pasó corriendo cerca de nosotros y al verlo sentí como las llantas se resbalaban hacia el frente haciéndome perder el equilibrio hacia atrás, para suerte mía Luke evitó que cayera. 

—¿Te imaginas? Si tuviéramos que huir ahora mismo tú mueres.— rió y yo sólo lo empujé provocando que perdiera de nuevo el equilibrio.

—Cállate, me desconcentras.— y él carcajeó. 

—Voy a patinar a tu costado, tú sólo sujétate de mi brazo y te sueltas cuando te sientas segura. Así aprendí yo, es fácil.— dijo posicionándose a mi lado. 

—Me parece bien, vamos.— aferré mi mano por arriba de su codo sintiendo parte de su bíceps, genial, ahora me estaba desconcentrando con él.

—¿Empezamos con derecho?— pregunté.

—No estamos bailando, Arantxa.— habló divertido— cada quien empieza con el pie que se siente más cómodo. —Asentí. 

Me empecé a mover despacio, varias personas que pasaban se nos quedaban viendo, quizá era divertida la escena que estaba regalando al público Australiano pues sentía que mis piernas me temblaban como gelatina. Poco a poco la distancia se hizo más entre nosotros y donde estaban nuestras cosas, Luke de vez en cuando las volteaba a ver y de vez en cuando veía hacia mis patines. 

—¿Si notas que brillan las ruedas?— me preguntó. Yo quise verlas y al agachar la cabeza perdí el equilibrio cayendo de sentón y trayendo a Luke de paso conmigo al suelo.— ¡Mierda!— gritó y yo sólo reí, reía para no llorar pues del impacto se me había sacudido hasta el apellido. 

—¿Estás bien?— pregunté incorporándome de rodillas y sobar mi trasero. 

—Maldita seas.— rió conmigo.— Eres una torpe, Arantxa.—  no me ofendí, lo aceptaba, y había sido divertido caer. —Estoy bien, sólo me rompiste el culo. —Fue inevitable carcajear y él al ver el sentido en que lo había tomado no dejó de reír.— ¿Tú estás bien?

—Si, sólo me rompí el culo al querer romper el tuyo.— sonreí. 

—Es que no jodas, hasta se me aturdieron los oídos.— me dijo al levantarse y ayudándome a hacerlo.

LO DIFÍCIL ES QUERERTE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora