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゚。CAPITULO 17
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Su caligrafía no era la mejor de todas, los espacios desiguales que hay entre una y otra palabra me terminaban de confirmar lo descuidado que es hasta para escribir, pero lo que en verdad importaba era la oración que se formaba al unir aquellas veintitrés  palabras: 

Mamaña trae tus patines a la escuela, me gustaría  por favor, que me regales un minuto a mí y no a aquel idiota”

Había usado la palabra “por favor''. 


Por lo visto a Luke se le facilitaba más escribirme en notas lo que se le dificulta decirme en persona, doblé el papelito y lo guardé en el bolsillo de mi pantalón, se iría al bote de los pensamientos de Luke: 

“¿Podemos almorzar sólo tú y yo esta vez?”

“Tu amiguito se gana a pulso que le rompa la cara” 

“Hora del almuerzo en nuestro escondite del arbusto” 

“Deberías de decirle a aquel idiota que tu jugo favorito es el de uva y no el de manzana, JA  y se hace llamar tu amigo” 

“Hoy se te veía bonito ese suéter verde” 

“Buena suerte en tu examen” 

“Hoy el idiota chocó conmigo en el patio y no le rompí la cara ¿Es un progreso?”

“No olvides crear tus propios atardeceres” 

“Seguro pasarán a una de tus clases a preguntar por un proyector, finge no saber de él y que no lo tienes”

Tantas notas ya me habían familiarizado con su escritura, siendo observadora su ortografía era buena, pero notaba que él jamás usaba punto final, hacer las cosas bien dejando un detalle evitando la perfección. Eso era muy característico de él, una vez me dijo que lo hacía a propósito, no le gustaban los finales y le comprendía, además podía decir que hasta le creía, porque después de tanto tiempo con él pude notar que él es una persona inteligente, solamente que no le gusta poner empeño en cosas que no le interesan. 

Empujones y más empujones, no entendía por qué había tanta gente en la cafetería si afuera no estaba lloviendo, busqué en todas las mesas a Luke o Caleb pero ninguno se veía entre ese mar de cabezas, ¿dónde se habían metido?

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Empujones y más empujones, no entendía por qué había tanta gente en la cafetería si afuera no estaba lloviendo, busqué en todas las mesas a Luke o Caleb pero ninguno se veía entre ese mar de cabezas, ¿dónde se habían metido?

—¿Trajiste tus patines?— me habló llegando a mi lado, sus gafas estaban arriba de su cabeza y sus ojos se veían ligeramente irritados. 

LO DIFÍCIL ES QUERERTE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora