Capítulo Doce

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Ella se había quedado dormida tras forcejear durante dos horas más al ver que las cuerdas le hacían más prisionera.
Anne se despertó con un dolor sobre sus muñecas y forcejeó un poco. Pero paró enseguida por qué sintió dolor. Por lo que se relajó y espero a que su carcelero la desatase.
Ella miró hacia el techo y se preguntó si Kilian se habían percatado de su ausencia y la estaría buscando. Tenía la fe de que la encontrase y que esa pesadilla se acabase. Que Demir estuvieran donde tenía que estar. Y con ello a todos los suyos.
Demir entró en la habitación y la vio tranquila. Por lo que se acercó a ella y le dijo:
―Ya veo que has parado de forcejear.
―Déjame.
―No voy a hacerlo.
Demir hizo una breve pausa:
―Lo que si voy a hacer ese desatarte y curarte las heridas que te has provocado con tus forcejeos y después iremos a desayunar.
―No quiero nada tuyo, Demir.
―Pues creo que no te queda de otra. Te recuerdo que eres mi invitada, no mi prisionera. Pero si tengo que tratarte como tal, lo hago. Y ya sabes lo que me gusta disfrutar de una mujer que forcejea.
Demir fue hasta a ella y la desató. Fue cuando se percató de que en realidad Anne sí que tenía heridas en las muñecas.
―Vamos.
―No voy a ir a ningún lado.
Demir la levantó de la cama y cogiéndola por el brazo, la empujó fuera de la habitación.
Cuando caminaron por el largo pasillo, Anne se percató que las paredes eran claras. De un marrón claro y blanco.
Ambos llegaron al salón y Anne bajo la mirada.
Ella se preguntó por qué Demir querría tener un lugar así para su secuestro.
Él le ordenó a Walter un poco de alcohol y algodón. Y este la acató.
Cuando lo llevó, enseguida Demir le ordenó los desayunos.
Walter se marchó y Demir comenzó a curarle las heridas de las muñecas.
El silencio era tan incomodo entre ellos que ella solo lograba pensar en otra cosa. Y no precisamente en él bebe.
―Te he echado de menos ―le dijo él de pronto.
―Yo a ti no.
―Ya lo veo. No tardaste mucho en acostarte con otros. Aunque en realidad solo estuvo mi hermano Osman en tu vida después.
Pero Anne no le respondió.
―Se todo de ti. Como también que estas viviendo con ese tal Kilian Riaza por que tu padre quiso que él te educase.
―Todo lo supiste sí. Incluso donde está mi padre para después matarlo.
―Así es. Pero aquel día no era mi intención hacerlo. Solo secuestrarte.
Hizo una breve pausa.
―Pero antes de matarlo ―le aclaró― fue por mí por lo que recibió aquel infarto.
―¡Qué!
―Lo que oíste ―le respondió―. Entre en la casa de tu padre y cuando me vio, sintió el dolor en su pecho más fuerte.
Anne tiró de su muñeca y sintió un poco de dolor, mientras que se apartaba un poco de él.
―Todo esto también es tu culpa.
―Mira Anne ―le dijo de nuevo―. Todo lo que pase en la vida de los demás, no es culpa del prójimo. ¿También me echas a mí la culpa de la muerte de tu madre?
Pero ella no dijo nada. Solo obtuvo silencio.
Walter entró en el salón y le hizo un gesto a Demir. Uno que entendió perfectamente.
―Vamos a Desayunar.
Demir se dio cuenta que la servidumbre traía los desayunos y le indicó a Anne que se sentase en la mesa. Y ella le obedeció.
Ambos desayunaron en silencio. Ya que ella se sintió un poco incomoda al estar delante del hombre que le había arruinado la vida.

Kenan entró en el salón y vio que Kilian estaba reunido con un hombre que él desconocía.
Kilian le miró y fue ante él con ese hombre. Fue cuando le presentó al agente de la policía. Al agente Roblas. Era un hombre algo, de pelo canoso y su traje de chaqueta le presentaba al agente más serio de toda la comisaria.
Kilian le estuvo explicando que conocía a Demir a la perfección y que lo buscarían sin parar. Ya que Kilian había contactado con el agente tras saber que el coche de Anne se había estrellado y después le comentase que ella había desaparecido. Como también que era posible que Demir la tuviera en su escondite.
Kenan les dijo entonces que tenían que ver la sala de ordenadores.
Y cuando estuvieron ahí, ambos observaron lo que Kenan había encontrado.
―Voy a buscarla ―dijo Kilian.
―No, señor Riaza ―dijo el inspector―. Si es verdad que ella está ahí, debemos esperar a que ella llame para corroborar su ubicación.
Kilian asintió.
―Gracias Kenan.
―No hay de que, señor Riaza.
Y Kilian respiró profundamente. Pero no paró de pensar en Anne y en su bebe. En que ambos podían estar en peligro.

Él cogió su teléfono móvil y marcó el profijo de Estambul, seguido del número de teléfono al que quería llamar.
Osman esperó a que Aysel le cogiese el teléfono. Pero pensó en que no lo haría.
―No quiero hablar más contigo ―dijo ella a través de la línea.
―Espera. Voy a explicarte por qué no acudí a la cita.
―Todo es mentira. Todos los hombres sois iguales.
―Mi madre murió en plena madrugada ―le mintió.
―¡Qué! ¿Por qué no me llamaste para decírmelo?
―Tuve que salir de urgencias, Aysel. Y no he tenido cabeza para llamarte hasta ahora. Lo siento, nena.
―Cogeré un vuelo para estar contigo.
―No vengas. Pronto regresaré yo a Estambul para solucionar unas cosas de la facultad. En cuanto veamos la herencia de mi madre.
―Vale.
Ambos hicieron una breve pausa.
―Nena, debo dejarte. Volveré a llamarte.
―Vale. Te amo.
―Y yo.
Osman colgó el teléfono y se quedó pensativo
―No pensé que supieras mentir ―escuchó él.
Osman miró hacia atrás y vio a Anne.
―Eso es algo que no te importa.
Osman se marchó del salón y dejó sola a Anne. Pero esta regresó a la habitación para pensar con claridad.

Katherine y Elizabeth llegaron al edificio del departamento de Kilian y vieron varias furgonetas negras en la entrada.
Ambas entraron y cuando llegaron al departamento de Kilian, vieron a equipos de policía con rastreadores.
Katherine se acercó a su hermano y le pregunto:
―¿Qué ocurre, Kilian?
―Demir por fin consiguió su propósito ―le respondió―. Se ha llevado a Anne.
―¡Qué! ¿Cómo es posible?
―No sabemos cómo lo hizo. Pero supongo que fue al salir de la universidad.
―¿Cómo sabes que ha sido secuestrada?
―Hemos localizado a Anne con su localizador puesto desde hace días y la ubicación sale a las afueras de la ciudad.
―¿Y por qué la policía no ha hecho nada aun? Mi sobrino o sobrina está en peligro.
―Quiero cerciorarse de que está ahí. Estamos esperando a que ella llame.
―¿Cómo sabes que lo hará?
―Tengo fe en ella.
Pero Katherine no le dijo nada. Solo se puso a su lado y le apoyó.
En cambio, Kilian miró con esperanza al monitor y al teléfono. Ya que sabía que Anne tarde o temprano llamaría.

Ella estaba tumbada en la cama, mientras que pensaba como escapar. Pero sabía que le era imposible.
La puerta de la habitación se abrió por que Demir entró en ella.
Por unos momentos, Anne vio la luz encendida y supo que habría oscurecido.
Demir cerró la puerta y fue ante la cama.
―No vas a comer nada.
Anne negó la cabeza.
―No piensas en ese bastardo que traes.
―Ese bastardo es mi hijo y de otro hombre. Así que, cállate.
Él se sentó y le dijo:
―No me des órdenes.
―Pues deja en paz a mi hijo.
Ambos se miraron desafiantes y Demir comenzó a pasar su mano, hasta llegar a su sexo.
―¡No!
Pero él continuó.
―No me toques.
Ella se levantó de la cama y en breve, le dio una bofetada.
Demir la cogió por el brazo y ella comenzó a forcejear con él.
Él sacó como pudo una jeringa y en breve, se la inyecto enseguida.
Anne comenzó a dormirse y Demir la cogió.
―Voy a enseñarte que ya no te estas metiendo con aquel Demir de dieciocho años.
Y cogiéndola en brazos, la sacó de la habitación y caminó hasta la suya. Pensando en su castigo.

Tentaciones Ocultas (Mi Amuleto #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora