𑁍 𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝒅𝒐𝒄𝒆 𑁍

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Tekeshi quedo solo en su consultorio, quito los lentes que llevaba puesto y pasó sus manos por su rostro. Recordó la conversación que tuvo hace unos minutos con Ainosuke.

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—Así que le pido por favor cómbenselo de que tome el tratamiento. Ahora que aún estamos a tiempo…

La cara de Shindo se volvió a arrugar, su voz sale temblorosa. El no es una persona de hacer promesas, prefiere los hechos. 

—…Haré lo que pueda. Yo no puedo prometerle nada, pero le aseguro que lo que más quiero es que el este bien…

—Debes ser fuerte… Reki necesita de alguien así.

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—Por favor… has que ese niño quiera volver a vivir…
Soltó a la nada antes de comenzar a llorar.

………




……….

Shindo salió del consultorio y lo único que hizo fue agarra fuerte la mano de Reki y llevarlo arrastras a fuera del hospital.

—Ven conmigo

—Acaso no te explico nada el doctor Takeshi.

—Reki, reki por favor sígueme.
La voz salió como una súplica desesperada, dejando a reki pasmado.  

A Reki no le importa lo bueno que sea Shindo, su temperamento actual no le permite soportarlo.

—¡Me estoy muriendo! ¡Si voy o no contigo, voy a morir! ¿Uno no debería estar ocupado saliendo con otras personas que si van a tener una larga vida?

Todas las acciones de Ainosuke se detuvieron y miró directamente al joven. Los ojos de Reki, se toparon con los rubíes, cuando vestía ropas simples, comunes; eran amables y elegantes. Ahora se ve arrogante y enojado. Un hombre rico con ropas caras:

—Yo decido a quién darle mi vida.

Ainosuke de repente, tomó a Reki entre sus brazos. Su tono fue suave y cariñoso:

—Si quieres irte, entonces llévame contigo.

Reki sintió que realmente no había forma de lidiar con él. También descubrió por primera vez que este hombre era de verdad obstinado. Era ligeramente molesto.

—No puedo hacer eso. No me pidas eso Ainosuke… sabes cuánto me duele ahora el corazón…

Ainosuke hizo una mueca y soltó el brazo de Reki:

—Vamos… solo ven conmigo. Quiero hablar acerca de todo esto.

Reki no se mueve de su lugar, ni pronuncia palabra alguna. Solo espera que el mayor se aburra de su actitud y se marche pero a cambio percibe al tacto gentil del mayor sobre sus mano mientras lo lleva a la salida.

Al salir, Ainosuke abrió la puerta de su Ferrari y dejó que Reki se sentara adelante.

Tomó su teléfono y se lo puso en el oído:

—Lo encontré. Vamos de regreso a la mansión, dale a todos lo que resta del día libres, no quiero nadie ahí. Y… Gracias... Adiós, cuando vuelvas te invitaré unos tragos para agradecerte.

Reki se acomodó en el asiento del copiloto y no tuvo tiempo de decir nada. Los dedos de Ainosuke se estamparon contra sus labios.

—Cierra los ojos.

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