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Esa tarde dejamos la facultad todos juntos. Indira vivía sola, ella venia del interior y sus padres tenían buena posición económica, como todos los demás, y eso le permitía costear un bonito departamento. Tenía dos habitaciones y una de ella era que solíamos usar de estudio. Nos sentamos a beber gaseosas, hablar de nuestras cosas e Indira nos mostró la nueva colección de vestidos que habían entrado, en lo que esperábamos al compañero de fotografía de mi amiga.

El timbre sonó cerca de las seis de la tarde y por la puerta apareció un chico guapísimo. Tendría unos veinticinco años, cabello oscuro y ojos completamente negros. Tenía tatuajes en sus manos y un aura misteriosa que lo hacía aún más interesante, inalcanzable, misterioso.

— Chicos él es Felipe, mi compañero de fotografía. Feli, ellos son mis amigos. Manu, Tomi— señaló a los chicos— Nadia y Lucia, que además son nuestras modelos.

— Un placer— apenas levanto la comisura de sus labios en una muy sutil sonrisa — ¿Dónde quieres hacerlo?— pregunto a Indira, casi ignorando a todo mundo.

— Dios Mio— susurro Nadia sobre mi hombro— quiero todo de eso y más.

— ¡Nadia!— me reí y trate de que no me escucharan— Yo también— admití finalmente.

A medida que pasaba el tiempo, Felipe se fue soltando y cada vez parecía más accesible. Ya se reía con los chistes de Tomi y hasta él nos había provocado algunas risas.

Me gustaba jugar a ser modelo, era algo que siempre me había interesado, pero odiaba de ese mundo las dietas extremas y la obligación de tener que verte siempre linda y delgada. No era algo para mí, por lo que la oportunidad que me daba Indira la disfrutaba muchísimo.

Hicimos fotos con diferentes atuendos y cada vez que me tocaba estar frente a la cámara me ponía nerviosa, ese chico tenía algo en su mirada que me hacía alterarme, pero no en un mal sentido. Era como si pudiera desnudarme desde el otro lado del lente.

Habíamos acabado con las fotos y pedimos pizza, ya eran cerca de las diez y todos moríamos de hambre.

— ¿Sos modelo?— pregunto Felipe sentándose a mi lado en el suelo.

— No— me sonroje y tome aire disimuladamente para aspirar su colonia, olía sumamente bien.

— Te ves muy bien en la cámara, deberías pensarlo...

— No es lo suyo— Tomi nos interrumpió— Lo de mi amiga son los estudios— Señalo su cabeza— es un genio...

— Deja de molestarla— Indira empujo el hombro de Tomi y este dejo de hablarnos para pelear con mi amiga.

— ¿Un genio eh?— me miro divertido.

— No le hagas caso— comente con muchísima vergüenza— Solo se me dan bien los estudios.

Cartas de mi verdugoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora