Espere en mi auto a que se hiciera la hora de la clase del profesor Bain. Volver a pisar el pabellón en el que minutos antes había sido atacada me puso muy nerviosa, pero fue peor entrar al aula e ignorar al grupo de cuatro que consideraba mis amigos.
Es cierto que no tenía problemas con ellos en general, pero no quería volver a sentarme con Manu, no podía compartir mi espacio con alguien como él. Eso no volvería a suceder. Indira Levanto la comisura izquierda de su lado y asintió despacio, tal vez de alguna manera se imaginaba lo que pudo pasar o tal vez Manu había tenido las pelotas de decir la verdad, aunque lo dudaba.
Me acomode en un asiento del frente, justo delante del escritorio del profesor y mientras sacaba mis cosas Manu entro por el aula, lo que vi me helo la sangre, llevaba una de sus manos lastimadas, como si hubiera... si, golpeado a alguien. Me quede petrificada viéndolo y él me observo con la mirada triste durante dos segundos, luego volvió a subir hasta su lugar habitual, ese que alguna vez compartimos todos juntos.
Cuando el profesor Bain entro al aula, dejo su bolso en el escritorio y al levantar la mirada conectó con la mía. Parecía sorprendido de verme allí, aunque no sabía si le sorprendía verme en el aula o en ese lugar en particular. Busco a mis amigos con la mirada y, podría jurar que sonrió, al notar que ya no estaba con ellos.
La clase se desarrolló con cierta normalidad, aunque en mi cabeza no dejaban de sucederse imágenes de lo que había pasado antes, intentando pensar si algo en esa persona vestida de negro me recordaba a Manu, si podía tal vez recordar su voz, fue un susurro, era una voz fuerte, pero no podría asegurar si era o no de Manuel.
En cierto momento note a una persona parada justamente frente a mi mesa. Levante la mirada aun perdida en mis pensamientos y, por mucho que me resista, debo admitir que admire cada centímetro que mis ojos recorrieron del cuerpo de mi profesor. Cuando llegue a su rostro allí estaba esa bonita sonrisa.
Bain era un hombre relativamente joven, aunque para mí era bastante grande, debería tener unos 35. Estaba bien conservado, vestía de forma prolija, tenía un lenguaje impecable y su inteligencia lo hacía aún más atractivo de lo que era. No tenía un rostro perfecto, diría que su rostro era perfectamente inglés, casi soberbio. Pero por muy guapo, divertido e inteligente que fuera, el seguía siendo mi profesor, por lo que me obligaba a controlar mis reacciones cada vez que estaba frente a él
— ¿Lucia?— pregunto con las dos manos en su perfecto pantalón gris — La clase término hace diez minutos— Sonrió y fue como si todo el lugar se iluminara.
Entonces tomándome por sorpresa se sentó en el asiento a mi lado.
— ¿Estas bien?— pregunto frunciendo un poco el entrecejo.
— Hola— sonreí— Si...
— Me preocupas Lucia, temo que tu rendimiento baje. Estoy seguro que no me prestaste atención ni medio minuto hoy.
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Cartas de mi verdugo
RomanceLa vida de Lucía era tranquila, estudiaba la carrera de sus sueños, tenia buenos amigos, una bonita familia. Hasta que llega una carta firmada por el Verdugo. Una carta que lo cambiara todo. +18