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La mañana nos sorprendió con los primeros rayos de sol colándose por los enormes ventanales. Ahora confirmo el porque me habían parecido una mala idea desde que los vi. Me removí en la cama y sonreí al encontrarme el cuerpo desnudo de Eric a mi lado. Me moví y me acomodo bajo su brazo.

— Buen día— murmuró entre dormido.

Era la primera vez que pasábamos la noche juntos y, debo admitir, que me había encantado.

— Buen día— me estire ruidosamente.

— Voy a preparar el desayuno— comentó levantándose y vistiéndose.

Se metió al baño y me quedé mirando el techo, escuche la ducha abrirse y sin pensármelo dos veces, me levanté y abrí la puerta del baño, entre en la ducha y lo abrace desde la espalda.

— Hola— sujetó mis manos, pero me deshice de ellas, quería acariciarlo y decidir, esta vez, yo que hacer.

**

Desayunamos en silencio, Eric respondía algunos correos y yo había llevado algunos apuntes para repasar unos temas antes de los finales.

— ¿Qué hay de vos?— pregunté cuando me sentí aturdida por los estudios.

Eric levantó la mirada de la pantalla de su computadora y me miró curioso, como si no entendiera mi pregunta.

Suspire, odiaba tener que aclararme siempre. Sabía que Eric entendía todo lo que le preguntaba pero disfrutaba que tuviera que explicarme.

— Quiero conocerte más Eric— suspire y eso le provocó una pícara sonrisa — quiero saber de tu familia, tu pasado...— en ese momento su celular sonó por una serie de mensajes, pero Eric los ignoro.

— Mis padres se conocieron cuando tenían catorce años— comentó sirviendo más café para ambos— Están juntos desde ese momento, tengo una hermana dos años menor, Alisa. Mi madre era maestra de escuela, pero cuando llegue a sus vidas ella decidió dedicarse a tiempo completo a la familia. Cuando tenía cinco años a mi padre le ofrecieron un puesto como gerente para un laboratorio que estaba por instalarse en Argentina y nos mudamos.

— ¿Ellos siguen acá?

— No— sonrió— Volvieron hace unos años a Escocia.

— ¿No los extrañas?— pregunté pensando en cómo yo me sentiría al estar tan lejos de mis padres.

— Si y viajo bastante seguido a verlos— Asentí, ahora entendí porque viajaba tanto — Pero no sufro— levantó sus hombros— todos tenemos que hacer nuestro camino.

— ¡Ouch!— comenté sorbiendo mi café y note la confusión en su rostro — Es un comentario tan frío...

Soltó una carcajada y se cambió a una silla junto a la mía — Entiendo— comentó acariciando mi pierna— los latinos son...— se quedó un segundo en silencio pensando— más expresivos, fogosos...

Cartas de mi verdugoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora