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Esa noche, cuando finalmente todos se fueron corrí a mi cuarto y tome la carta. Los chicos hicieron de todo para distraerme, pero yo no podía dejar de pensar en el sobre de papel que descansaba entre mis libros de química.

Lucia S.

Espero que tu fin de semana haya sido mejor que el mío. ¿Cómo se sintió que tocarán tu piel? Llevo observándote hace tanto tiempo que se exactamente quien fue el último hombre que rozó tus muslos, justo antes a Felipe.

¿Fue placentero? ¿Te dio placer? Odio admitir que me dio envidia. Siempre obtengo lo que quiero, pero esta vez me toca verlo desde las sombras y la sola idea de pensar en sus manos recorriendo cada centímetro de tu piel clara, hace que la ira recorra mis venas y quiera hacerlo desaparecer.

No lo haré, tranquila. No es mi estilo matar por placer, es un trabajo como cualquier otro, aunque dudo que puedas entenderme. Pero déjame admitir que, si por ti fuera sería capaz de desaparecer el mundo entero.

No deje de soñar con tu piel, tus gemidos y tus labios, quisiera tener la oportunidad de mostrarte lo que se siente que verdaderas manos expertas te posean ¿Qué me hiciste? ¿Por qué no puedes salir de mis pensamientos?

Aguardo tu respuesta ¿Cómo? A dos calles de tu casa, exactamente en Loria al 1245, vive una anciana que recibirá tus cartas. No intentes descubrirme, porque nunca veras a dos personas iguales recogiendo tus cartas, eres inteligente y espero que no me subestimes...

Con cariño.

El Verdugo.

Con manos temblorosas deje caer el papel. Lo mire fijamente durante tanto tiempo que las letras comenzaron a mezclarse y me sentí mareada. Solté el aire y deje mi espalda caer en la cama ¿Cómo supo lo de Felipe? Me recosté en la cama y cerré los ojos tratando de pensar. Podría haber visto la historia que subió, pero él tenía sus redes privadas y las únicas personas que teníamos en común eran.... En ese momento todo mi mundo se vino abajo, me senté exaltada y con la respiración acelerada. Las únicas personas que teníamos en común eran mis amigos: Manuel llego furioso, Manuel me entrego la carta, Manuel sabía que nosotros nos habíamos acostado.

Un frío recorrió mi piel, tenía miedo ¿Podría ser Manuel un asesino a sueldo? Lo pensé dos segundos y sonreí, Manuel odiaba las agujas y no podía ver sangre ¿Qué probabilidades había? Pero ¿Qué pasaría si todo eso era una fachada? Pero ¿Por qué? Manuel era el típico niño mimado, su papá es político, tiene poder, influencias y dinero, no necesita dedicarse a matar gente. Aunque todo podría ser un invento, tal vez no sea un asesino y solo lo invento para hacerse el malo pero, pese a que Manuel no es mi tipo de chico, puede tener a la mujer que quiera ¿Por qué obsesionarse con la única que no lo mira de esa forma?

— Mierda— susurre justo antes de ponerme de pie y sentarme en mi escritorio.

Saque una hoja de papel y de puño y letra escribí mi respuesta, era corta:

Cartas de mi verdugoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora