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¿Costo convencer a papá? Si muchísimo. Tuve que mentir, algo que no me hacía mucha ilusión. Tuve que decirle que había presentado la denuncia en la universidad puesto que se sabía que había un grupo de alumnos haciendo vandalismo en los autos.

Esa noche, guarde las cartas y me senté a redactar una respuesta para El Verdugo:

Verdugo:

¿Fuiste vos verdad? ¿Vos me ayudaste esta tarde en el pabellón de Biologia?

¿Por qué? ¿Por qué me ayudarías cuando antes pensabas lastimarme? ¿Cortaste los neumáticos de mi vehículo?

¿Por qué no te muestras? ¿Manuel?

Lucia.

PD: Gracias.

Rebusque entre mi cajón hasta dar con un sobre color morado, metí la nota y selle el sobre. Me puse las zapatillas y sin que mis padres me vieran salí corriendo hasta la calle Loria, donde la anciana abrió la puerta con una sonrisa, pero sin decir nada estiro la mano, tomo mi carta y cerró la puerta en mi cara.

— Debe estar viendo alguna telenovela...— comente en voz baja, riendo y caminando con las manos en los bolsillos de mi pantalón deportivo.

***

Pasaron tres días en los que no tuve respuestas del Verdugo, días en los que me limitaba a cursar e ignorar a aquellos que algún día llame amigos.

Seguía pensando que Manuel podría ser El Verdugo, las manos lastimadas tenían que ser por algo. Pero también pensaba en lo ilógico que eso seria. Manuel es un chico "bien" y, aunque no sea mi tipo, es guapo. No creo que sea del tipo que se entretiene con este tipo de cosas...

— ¿Cuándo tiempo más seguirás con esto?— Manuel se acercó corriendo a mi lado.

Mire sus manos, tenía los nudillos de su mano derecha marcados.

— ¿Qué te paso?— pregunte con indiferencia.

— ¿Esto?— levanto su mano y la movió como si intentara probar si le dolía — Me lastime contra una pared...

— Ah...— respondí poco interesada, sabía que era una mentira.

— Basta Lucia— Manuel sujeto mi brazo y me obligo a detenerme.

Mire mi brazo y luego mire su rostro, en ese momento me soltó.

— ¿Cortaste las ruedas de mi auto?— pregunte directamente.

— ¿Qué?— se notaba realmente sorprendido, pero ya no me confiaba de él. No podía.

— Que si cortaste las rudas de mi auto...— Deje de caminar y me detuve para verlo a los ojos.

— ¿Qué?— repregunto casi en un tono ofendido — ¡No Lucia! ¿De verdad piensas que puedo hacer algo así?

Levante mis hombros en intente volver a caminar pero Manu sujeto mi brazo y me dio vuelta impidiendo que me aleje.

— La cosa es que me gustas...— se sinceró soltando una gran bocanada de aire.

— Lo se...— respondí tomándolo por sorpresa— No hace falta ser un genio Manuel, la reacción del domingo me lo dejo claro. El problema— suspire— es que yo no te veo de esa forma, eres un buen amigo, pero no puedo verte como nada más... lo siento.

— ¿Todo bien?— la voz de Bain nos asustó a ambos haciendo que Manu soltara mi brazo, aunque no me estaba lastimando.

— Hola profesor— respondimos los dos.

— Todo perfecto— Sonreí exageradamente haciendo que Bain se alejara confundido, como si no entendiera la situación, y realmente yo tampoco lo hacia.

— Lo siento— hablo Manu viendo como Bain se alejaba mirándonos de vez en cuando— Lamento haberte tratado así, me frustre. De alguna manera pensaba que tal vez tendría una posibilidad con vos y ese Felipe es un...

— No vuelvas a empezar con que es un fracasado Manuel, no todos tienen tu posibilidades— lo frene en tono serio pero tranquila— No todos nacimos en tu posición y no todos tienen siquiera mi suerte, que pese a no vivir como lo haces vos, tengo la suerte de poder darme el lujo de dedicarme solo a mis estudios. Date cuenta que el mundo no solo son privilegios, a veces a la gente normal le pasan cosas que hacen que sus prioridades cambien...

No me gustaba que hablara de esa forma, pero no por ser quien era Felipe, no me gustaba que hablara de nadie así. Las personas tenían sus historias, sus problemas y no todo era tan fácil como esperar a que papá deposite la plata del alquiler. Yo lo entendía. Nunca pase necesidades pero mi familia era de clase media, si mis padre no salía a laburar cada día el negocio no funcionaba y los pequeños lujos que disfrutábamos no serían una posibilidad y si, para mi familia, que mi hermano y yo hubiéramos podido dedicar nuestro tiempo al estudio y no al trabajo era un lujo. Por eso necesitaba aprobar mis materias, debía honrar el esfuerzo que ellos hacían por mí.

— Odio que pienses que soy un nene mimado...— comento con fastidio y me provoco una carcajada.

— Es que lo sos y yo también, aunque en diferentes niveles claro esta...— suspire— pero Felipe tiene otra realidad y eso no lo hace mejor o peor persona.

— Odio que hayas dejado que se acerque tanto...

— y yo odio pensar que te contaba mis cosas como uno de mis mejores amigos...

— ¿Cómo?

— Que creí que tu interés en mi persona era genuino...

— Lo es Lucia...— se acercó más de lo que me gustaría en este momento.

— No Manu, nunca lo fue...— suspire— te acercaste porque te gustaba, y eso está bien, pero te acercaste de la forma equivocada. Te confié cosas muy importantes para mí, porque creí que eras mi amigo, si hubiera sabido...

— Podemos intentarlo, nos llevamos bien como amigos. Nos llevaríamos mejor como algo más...

— ¿Es que no lo entendes? No me interesa Manu, no te veo de esa forma.

Manu dio dos pasos adelante, acercándose mucho más, y yo me aleje dos pasos hacia atrás. Algo en él había cambiado, fue un segundo, un parpadeo pero podía notar como la ira había inundado sus pupilas.

— La que no entiende sos vos Lucia— él avanzaba y yo retrocedía hasta que mi espalda golpeo la pared— Yo siempre tengo lo que quiero y te quiero a vos...

— ¿Vos sos pelotudo?— escuche la vos de Tomi en el mismo momento en que empujaba a Manuel alejándolo de mí.

— No te metas...— respondió en voz baja y casi podía jurar que era la misma voz que escuche el día anterior.

— Es mi amiga y la voy a defender...

— ¿Tu amiga?— se rio parándose cara a cara con Tomas— Si no fuera por mi ellas ni siquiera te hubieran saludado...

— Te equivocas— intervino Indira— más bien es al revés, vos siempre nos pareciste un nene mimado sin pies ni cabeza, tal vez es gracias a Tomi que te dimos bola... ¿Vamos?— Indi estiro su mano y la tome, alejándonos todos a paso lento. Dejando a Manu solo, al menos ahora podía volver a estar con mis amigos.

****

Mar-Tinez

Cartas de mi verdugoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora