THE FAREWELL

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CAPITULO 18

LA DESPEDIDA

Al día siguiente, después de que Harry y Cami hayan tomado un buen sueño, se les permitió asistir a la celebración de fin de curso.

Cami se acercó a él estaba despertando.

—Buenos días James —sonrió la pelirroja al verlo despierto.— ¿Si podremos bajar a la fiesta?

El azabache asintió. Hablaron un rato más hasta que la señora Pomfrey les dio permiso de retirarse. Como todavía no querían ir a la sala común, y la celebración era por la noche, decidieron salir a pasear por los terrenos.

Se sentaron a orillas del lago negro, bajo un hermoso árbol.

—No puedo creer que vayamos a pasar a segundo año —habló Cami mirando el cielo reflejado en el lago— Todo ha sido una locura —soltó una risita.

Harry quedó maravillado con ese gesto. La pelirroja se tumbó sobre el césped, cerrando los ojos, hasta que Harry la llamó y la puso de tal manera que su cabeza quedara sobre su regazo.

—Sí que ha sido una locura —comentó Harry de acuerdo con ella—. Recuerdo el día en que te conocí.

La pelirroja quien miraba a las hojas del árbol, se volteó a mirar directamente al chico.

—Yo también lo recuerdo —sonrió— te quedaste dormido sobre mi —rio—. Soy muy buena almohada, James? —bromeó. El chico sonrió y asintió divertido

—Yo conocí a la chica más importante de mi vida —admitió un poco avergonzado y sus mejillas se colorearon de rojo.

La pelirroja se sonrojó, sintiendo una emoción en su pecho crecer.

—Y yo al chico más importante de mi vida —susurró tímida. Se sacó el colgante con la inicial de él y lo acaricio, mirándolo a los ojos.

Harry, encantado con las palabras de su mejor amiga y sintiéndose querido por alguien, decidió hacer algo.

Bajó lentamente al rostro de Cami, y dejó un beso en la frente cargado de dulzura y cariño en la frente de la chica, quien cerró sus ojos, disfrutando el momento. Unos momentos después se separó, procediendo a acariciarle el cabello.

Harry tuvo un repentino deseo muy fuerte. Quería un abrazo y un beso de Cami. De esos que la chica le daba que lo hacían perder los sentidos, sintiéndose atontado y maravillado.

Armándose de un valor, que no supo de dónde obtuvo, le comentó.

—¿Y mi beso? Yo también tengo derecho a recibir besos —protestó cruzándose de brazos con un lindo puchero. La chica se asombró, nunca pensó que a Harry le gustaran sus besos. Sí, se los daba seguido, pero nunca se lo había pedido hasta ese momento.

La chica se sentó al lado del chico, quien la observaba fijamente. El niño se señaló la mejilla, dándole una muy clara indirecta.

La pelirroja se acercó y presionó sus labios contra su mejilla, cerrando sus ojos.

La sensación que experimentaba el niño era única. Cerró sus ojos, concentrándose solamente en esa presión que había en su mejilla derecha, dejándolo atontado.

La niña se separó y se recargó en el hombro de su mejor amigo, quien la abrazó, queriendo estar así toda su vida.

(...)

Entraron al gran comedor, escuchando los murmullos a su alrededor. Se sentaron en una silla enfrente de Hermione y Ron. En ese momento, Dumbledore comenzó con su discurso.

𝐂𝐀𝐌𝐈𝐋𝐋𝐄 𝐘 𝐋𝐀 𝐏𝐈𝐄𝐃𝐑𝐀 𝐅𝐈𝐋𝐎𝐒𝐎𝐅𝐀𝐋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora