4: Nuevo comienzo.

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   Era tan divertido ir a la universidad, hacer amigos, salir a comer con ellos. Eiji realmente estaba pasandola bien, o al menos eso le demostraba a su familia.

  Por dentro,aún sentía una preocupación bastante fuerte por su querido chico rubio.

— ¿Eiji? Hola, tierra llamando a Eiji— Sabía de quien era esa voz— ¿Qué le pasa a mi hermanito últimamente?

— No estoy para tus juegos, Aiko.

— ¿Sigues pensando en el apuesto rubio estadounidense que conociste? Qué gay.

— Cállate ya.

— Aunque no te culpo del todo, vi las fotos que le sacaste y es realmente apuesto.

—¿Qué hacías revisando mis cosas? Te voy a matar— Dicho esto, comenzó a perseguir a la niña por toda la casa.

— ¡Piensa más en tus estudios y menos en los hombres hermanito! ¡Mamá siempre me dice eso!

—¡Eso es porque tienes 14 años!¡Tú sí debes seguir ese consejo, yo no! – De un salto, abrazó a su hermana y ambos cayeron al suelo. Se quedaron en silencio unos segundos y luego se echaron a reír.

Minutos después, su madre regañó a Aiko por hacerle llegar tarde a la universidad. Y todos siguieron su rutina de siempre. El día parecía que iba a ser aburrido.

[🍌🐟]

   Estaba arreglando su jardín, tenía variedad de plantas de todos los colores y formas. Quería incluso comprar más, pero aún no conseguía el dinero para eso. Se puso a pensar que los días andaban pasando muy rápido, y que tal vez Ash ya lo haya olvidado(algo muy ilógico pero que en su cabeza tenía sentido).

  Quería saber de él, qué andaba haciendo, cómo le iba en su día a día, si comía bien, si seguía siendo así de terco. Recordó que le temía a las calabazas, y sonrió.

— Debería anotar y comprar calabazas para una huerta también— Pensó en voz alta.

— De verdad que me romperías el corazón si hicieras eso— Dijo una persona que sonaba bastante familiar.

Volteó con todas sus fuerzas, abriendo los ojos en búsqueda del dueño de aquella voz y no podía creerlo, parecía un sueño. Frente a él estaba aquel chico rubio que tanto amaba, sus ojitos se llenaron de lágrimas y los de Eiji no tardaron en hacer lo mismo. No dudaron un segundo más en lanzarse sobre los brazos del otro. Ash apretaba al chico con todas sus fuerzas, y el pelinegro se dejaba ser.

— Te extrañé tanto, mi amor— Dijo sin vergüenza alguna. No estaba pensando con claridad, no cuando venció a la muerte y ahora se encontraba con el japonés que lo volvía loco.

— Creí que te olvidarías de mí o algo parecido– Dijo aún dando pequeños sollozos— Pero, ¿qué haces aquí?. El boleto que te había comprado, se supone que ya venció.

— Pregúntale a Ibe- San.— Sonrió— No piensa bajarse del auto.

  Ahí comprendió todo, y sonrió aún más que antes. Su tía tenía que estar involucrada en esa situación, pero le alegraba tanto ver a Aslan de nuevo, que no había lugar para enojos.

—¿Vas a quedarte?

—Para siempre. —Confesó. Parecía irreal, parecía como si aún estuviera en esa camilla de hospital y todo eso fuera un sueño.

  Eiji estaba profundamente agradecido con su tía y con Ibe-san por haber convencido a Ash sobre venir a vivir con él. Era un nuevo comienzo en la vida de ambos, lo tendría que adaptar a Japón, o lo que era mejor: Adaptar Japón al lince. No le cabía la emoción en el pecho.

Por su parte, Aslan estaba demasiado nervioso. Su vida en las calles había terminado, ya no era el líder de una pandilla o el juguete sexual de algún viejo. No tendría necesidad de usar armas ni golpear personas. Fue un giro completamente, un nuevo comienzo para él, una segunda oportunidad de vida que aprovecharía al máximo.

No podría ser tan difícil, después de todo.

Segunda OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora