8: mi no-novio.

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   Eiji últimamente andaba más en la universidad que en su casa y eso le preocupaba al rubio. La otra vez ni siquiera se quedó a dormir ahí con él, sino que fue a la casa de un supuesto amigo para estudiar juntos.
  Esta semana tal vez sea igual, si es que Ash lo permitía.

— Pasártela por la universidad te va a enfermar tarde o temprano— Comenzó, viendo como su pelinegro solo seguía buscando quién sabe qué.

— No empieces, en lugar de molestarme con eso talvez tú deberías elegir una carrera también.

— No necesito esas cosas— Cuando era chico, Dino le había pagado profesores privados y demás, aparte él era de los que leía mucho.

  Aún así, no sonaba mala idea ir detrás de su japonés.

Lo iba a pensar.

— Bueno, piénsalo— Le entregó un cuaderno— Ahí están todas las carreras que puedes seguir si quieres ir detrás mío a la universidad.

  Sonrió ante ese comentario, ¿de verdad era tan obvio que no iba a ir porque le gustara estudiar?. Eiji encontró lo que andaba buscando, era una cámara.

—¿Y eso?

— Era la cámara que llevé a New York, ¿recuerdas?. Yo era el ayudante de Ibe-san.

— Jamás le ayudaste en una mierda— Se comenzó a reír Ash, a lo que el otro hizo una mueca molesto. El rubio notó eso y calló.

— Tú no sabes, bueno... talvez le creé más problemas que otra cosa— Unos recuerdos de aquellos días, invadieron su mente.

— Ya no pienses en eso, lo único bonito que me pasó allá fue conocerte, sinceramente— Comentó, restandole importancia. No se dio cuenta que había dejado completamente sonrojado al pelinegro.

— Bien... cambiando el tema, voy a llegar tarde hoy.

  Aquello rápidamente enfureció al rubio, más no le sorprendió. Sabía exactamente con quién se iría a juntar y por eso, su rostro hizo una mueca que el pelinegro notó.

— ¿Qué?

—¿Cómo que qué?

—¿Qué de qué?

— ¿Qué estamos diciendo?

— Ni idea, quería saber porqué pusiste esa cara, nada más.

— Es que... quería dormir contigo hoy— Su cara cambió a una algo triste, parecía un niño de 4 años. Eiji se dio cuenta que estaba dejándolo muy de lado últimamente, eso le hizo sentir culpable. Aunque no eran novios (aún), el rubio fue a vivir con él porque lo amaba, y el otro lo estaba dejando solito en aquella casa.

— Amor, prometo volver antes y dormir abrazados hoy, ¿te parece?— La cara de Ash cambió completamente, se le notaban los dientes de la sonrisa que tenía en el rostro, y los ojitos le brillaban— Pero no me mires así, te va agarrar un calambre en la cara.

  "Amor", Eiji le había dicho así. No tenía qué temer nada, porque se dio cuenta que su pelinegro solo lo amaba a él. Igualmente quería leer sobre las carreras de la universidad, eso de seguro era parte de empezar su vida de nuevo.

— Me voy— El japonés le dio un beso en la mejilla al contrario y abrió la puerta para irse.

   Pasaron las horas, y Eiji aún no regresaba. La cena lo había hecho Ash, porque esos días estuvo practicando con su suegra que aún no sabe que es su suegra. El punto es que como aprende rápido, la mujer ya estaba enamorada de su forma de cocinar.

— ¿A qué hora regresa Eiji?— Preguntó por fin a la señora Okumura.

— ¿No te dijo? Va a venir con sus amigos hoy, me avisó hace una hora atrás.

   Ash en ese momento era el "furia" de la película Intensa-Mente. No podía mostrar su obvia molestia- celos, por lo que sonrió.

— Aún no tengo un número oficial acá, pero que bueno que regrese a casa con sus amigos.

— ¿Verdad? Deberías intentar juntarte con ellos, seguro les vas a caer bien. Si eres un solecito. — Dijo, dandole tiernas palmadas en el rostro, con un toque casi maternal que a Ash no le incomodaba del todo.

Simplemente le era extraño acostumbrarse a tanta rutina y amor. Eiji vivía en una burbuja increíble.

    En eso la puerta se abrió y un "ya llegamos" de su pelinegro se escuchó. Ash fue corriendo a recibirlo, pero paró su emoción al ver quién lo acompañaba.
El chico que venía con Eiji era alto, se veía bastante en forma, con cabello gris y no tenía cara de ser japonés, pero eso no le quitaba lo hermoso.

— Buenas noches, soy Victor Nikiforov— Hizo una reverencia y la mujer encantada lo hizo pasar a sentarse, le ofreció algo para comer mientras esperaban a que la cena esté lista y todo eso mientras Ash aún seguía mirándolo sorprendido por lo bello que era.

—¿Por qué tienes un apellido tan raro? — Se animó a hablar. Sabía la respuesta, pero tenía que romper el hielo.

— Soy ruso, debe ser por eso— Respondió amablemente y siguió comiendo. Tenía una molesta sonrisa que parecía nunca borrarse.

— ¿Eres un compañero de Eiji?

— Ash, déjalo comer tranquilo, luego le haces el interrogatorio.

—¿Es tu novio?— Habló Victor al japonés, ignorando la anterior pregunta que le hizo el rubio.

— Sí, algo así.

—¿Cómo que algo así?

— No debería importarte las relaciones ajenas— Opinó Ash.

— Uh, sí que eres molesto. Me recuerdas a un amigo al que quiero como un hijo.  Incluso es rubio como tú.

   Ash quería tener una idea de lo que hablaba el ruso, pero simplemente no le entendía nada. La cena ya estaba lista y todos se ayudaron para poner los platos y demás en la mesa. Eiji estaba por comer cuando notó la preocupación de su amigo.

—¿Pasa algo, Victor?

— Yuri aún no llega, ¿le habrá pasado algo por el camino? Debería ir a buscarlo.

— Es cierto, voy contigo.

  Aquello alarmó a Aslan. El apuesto ruso con pelos de abuela iba a ir a buscar a alguien a solas con su japonés a la mitad de la noche. No permitiría aquello.

— Yo voy con ustedes— Se ofreció, aunque luego se arrepintió porque el estómago le rugía del hambre.

  Cuando los tres se levantaron de la mesa, alguien tocó el timbre y corriendo el ruso fue a abrirle la puerta.

—¡Yuri!¡Yuri!— Gritaba, abrazando a su japonés.  Ash no entendía nada, frente a él había otro Eiji.

Eran idénticos, según él.

—¿Eiji con lentes?— Dijo en voz alta. Se dio cuenta tarde de aquella estúpida pregunta y los otros tres ya se estaban riendo.

— Hola, soy Yuri— Se presentó el "segundo Eiji".— ¿Tú quien eres?

— El no-novio de él— Se metió Victor, apuntando a Eiji. El chico japonés con lentes lo golpeó suavecito en el hombro, como diciéndole "no te metas".

— Me llamo Ash Lynx.

— No debes ser de Japón, porque tu pronunciación es malísima.

— Bueno pero pasemos ya a comer— Dijo el dueño de la casa, riéndose por dentro tras ver la cara que puso el rubio. Ash era tan ingenuo cuando opinaban de su forma de hablar japonés.

   Yuri había traído una botella de vino para compartir con su amigo y su prometido esa noche. Pero por el camino la rueda de su bicicleta se pinchó, eso no le detuvo a llegar.

    Unos vasos después, ambos invitados se pusieron melosos entre ellos, especialmente el ruso que no dejaba al de lentes respirar en paz sin querer darle besos.

— ¿Ustedes son pareja o cómo? — Habló Ash, riéndose por la situación en la que se encontró. Había dudado sin sentido de Victor, no sabía que él también andaba detrás de su propio japonés pelinegro.

— Estamos comprometidos— Dijo el ruso, y ambos mostraron sus anillos.

Segunda OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora