13: Vivir juntos.

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  Los días en Japón iban siendo ajetreados. Ser camarero era difícil, especialmente en la parte de atender al cliente.

Todos los clientes estaban encantados con el rubio. Su elegancia era hipnotizante y su carisma única. El lugar siempre estaba repleto.

No se quejaba, por más agotador que fuera.

—Gracias por tu trabajo de hoy, muchacho. — Habló Gasper. — Puedes irte cuando quieras.

— Claro, gracias señor. — Agachó levemente la cabeza, como si hiciera una reverencia.

De camino a casa, iba pensando en todo lo que ya iba ahorrando en esos meses trabajando allí. Su meta era clara: mudarse a una casa propia con Eiji y compartir mucha más intimidad que cuando comenzaron recién. No era feliz dependiendo de la familia ajena, a pesar de trabajar, esa seguía sin ser su casa.

  El señor Gasper le contó que él se había ido a vivir con su esposa a los veinte años. Se decidió entonces, impulsado por las bellas historias de su jefe, a investigar sobre lugares donde podrían mudarse juntos, no creía que a su novio le iba a molestar la idea.

  Una vez llegó, se duchó y cenó, prendió la computadora y comenzó su búsqueda, su larga búsqueda.

—¡Llegué a casa!— Gritó el pelinegro sacándose sus zapatos en la entrada y corriendo a la habitación de Ash. Había sido un día largo de excursión universitaria.

— Bienvenido oni-chan— Saludó el menor con tono burlón—¿Quieres comer algo? Tu mamá y Aiko salieron hace horas, por lo que cociné yo.

— Dios me libre— Se burló Eiji.

— Malagradecido. — Se levantó de la cama y fue a la cocina a servirle a su amor el almuerzo, atrás suyo iba el pelinegro—¿Te fue bien esta mañana?

— Ehm, algo así. No puedo creer que Yuri tenga veinticinco años y no sepa diferenciar caminos todavía. Por culpa suya nos perdimos tres veces.

Ash echó una carcajada— Toma, come bien.

—Gracias — Eiji se sentó en la mesa y comenzó a comer tranquilamente. El silencio duró unos minutos allí, hasta que Ash se animó a hablarle a su novio sobre lo que planeaba.

— Estoy buscando dónde mudarnos— Fue directo al grano— Quiero vivir contigo a solas, tener nuestra privacidad.

La reacción del contrario no fue como se lo esperó. Eiji estaba tenso, con una medio sonrisa en la cara pero en los ojos preocupación.

— Comprendo.

—¿Eso es todo? — La expresión de molestia en el rostro de Ash lo inquietó aún más al mayor.

— ¿De dónde se te ocurrió eso? — Habló finalmente.

— Yo... sé que es egoísta, pero quiero un espacio nuestro, solo nuestro. ¿Qué más hay que pensar?

— No es tan fácil, Ash.

—Me adapté a tí, a esta casa y a las reglas. Eiji vivamos juntos, por favor.

Unos segundos de silencio, que para Ash eran insoportables, se hicieron presentes.

— Prometo pensarlo. — Fue su respuesta.

  Besó fugazmente los labios del rubio y salió corriendo rumbo a su habitación.

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—¿Cómo?¿por eso viniste a verme? 

Al día siguiente, luego de la universidad, el japonés entró en una nostalgia absoluta, por lo que decidió ir a hablar con el hombre al que consideraba un padre y hace tiempo no veía.

—¡Es que me lo dijo tan de repente, Ibe-san! — Frustrado, se acostó en el sofá de la sala.

— Es normal, ya no tiene diecisiete años y llevan siendo novios hace tiempo. — Suspiró. — Además, Ash nunca fue un chico común, es obvio que se apresuraría en este tipo de cosas.

—¿De qué habla? — Observó confundido.

— Digo, que Ash es solitario por naturaleza, Eiji. Aprendió a serlo. La única presencia que aguanta completamente es la tuya. — Miró al menor y notó que este tenia un semblante bastante pensativo — Eiji... ustedes dos ya pasaron por tanto juntos, deberías darte una oportunidad de vivir con él. Tener una privacidad como pareja, es importante.


— Lo sé...

  El resto del día solo podía tener a Ash en la cabeza, imaginaba una vida a su lado y su sonrojo era notable; pero el miedo todavía lo consumía.

  Por su parte, el extranjero estuvo dando vueltas en cómo convencer a Eiji sobre mudarse juntos, o si dejar todo así como estaba para no pelear con él.

  Llegada las diez de la noche, Eiji por fin llegó a casa. Cansado, con los ojos semidormidos y las piernas tambaleantes, entró a su habitación.

— Bienvenido— Decía acostado,  leyendo un libro, que al instante cerró para dirigir su atención a su novio— Quería pedirte perdón por presionarte sobre mudarnos de aquí, es que yo-


— Ash— Lo interrumpió el pelinegro— Sí quiero vivir contigo, quiero una vida a tu lado pero... tengo miedo.

— Entiendo, por eso pensé que sería mejor-

—Ash — Volvió a interrumpirlo— Déjame terminar. Sí, tengo miedo, pero... lo estuve pensando y... contigo a mi lado es diferente. Si tú estás allí no tendría miedo de ir a dónde sea.

Aslan estaba completamente enamorado. El amor que le tenía al pelinegro parecía no caberle en el pecho más.  Eiji se acomodó en la cama a lado suyo y rodeó sus brazos por su cintura.

Durmieron así, abrazados y contentos por el nuevo paso que estaban por dar en su relación.

Segunda OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora