10: Primer cumpleaños en Japón.

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  12 de agosto, hoy hace diecinueve años nació aquel chico rubio que a pesar de todas las dificultades de su vida pudo lograr convertirse en alguien maravilloso. Eiji estaba tan feliz, incluso parecía estarlo más que Ash. La casa se levantó a las tres y media de la madrugada para preparar todo.

  Ash despertó y frente a él habían carteles llenos de mensajes bonitos y globos de colores por toda su habitación. Un muy feliz Eiji, entró a saludarlo.

—¡Feliz cumpleaños a mi odioso Aslan!—Exclamó feliz, abalanzando su cuerpo sobre el del rubio aún sentado en la cama.

— Gracias, Eiji—Sonrió el cumpleañero—¿Odioso?— Preguntó, sabiendo que el mayor solo bromeaba.

Estaba tan contento de una forma inexplicable. Era la primera vez que sentía eso.

Ash vivía su cumpleaños con aflicción, su vida era un constante río de problemas. Sin embargo, este año estaba tranquilo, feliz, y sobretodo compartiendo con su pelinegro. No podía pedirle al universo absolutamente nada más. Parecía un sueño.

—Baja, dale— Comenzó a estirar las sábanas y el rubio asustado forcejeaba.

—¡Espera! ¡Estoy-

No pudo terminar la frase, cuando el pelinegro le sacó las sábanas y apreció toda la desnudez del chico frente suyo. Al instante su corazón se aceleró y cubrió su cara haciendo notable su vergüenza. Paranoico, escondió su rostro entre sus manos.

—Te advertí. — Comentó Ash con burla.

El rubio se levantó y fue a abrir su armario, buscando cualquier ropa interior que pudiera cubrirlo. Cuando al fin estaba vestido, Eiji lo estiró para salir hacia la cocina.

Allí lo esperaban una señora Okumura y una Aiko bastante entusiasmadas. El rubio miró la mesa y sobre ella se extendía un desayuno exquisito, se notaba el esfuerzo que los tres pusieron en darle aquel bonito festín de cumpleaños.

¿Era eso una familia?

—¡Feliz cumpleaños!— Gritaron ambas y el chico al borde del llanto, solo se limitó a reir. Estiró una silla para sentarse, y cuando estuvo cómodo agarró una de las galletas de la mesa para morderla.

— ¿Te gusta? Me pasé una semana practicando cómo hacer esas galletas de mierda.

—Aiko, cuida tu boca— Regañó su madre, y luego dirigió otra vez su atención al cumpleañero, cambiando su semblante— Este es solo el comienzo, hoy eres el rey de la casa. Espero te diviertas, Ash.

  Un leve sonrojo brotó de las mejillas del rubio, al notar la bella sonrisa que le regalaba la madre de Eiji.

  Y así pasó el día. Ash ya no podía más de tanta comida, pero se sentiría mal si rechazaba lo que con tanto esmero hicieron Eiji y su familia para él. No iba a mentir, amaba muchísimo al pelinegro, pero se le estaba siendo tedioso todo aquello.

  Luego del desayuno, fueron al templo a rezar por su nuevo año de vida, al centro comercial para comprar ropa, entre cosas que seguro le gustarían a Ash. A la casa de la tía Ayaka, a comer pizzas, al acuario, al parque de diversiones y finalmente llegaron a la casa. Ash solo quería dormir, pero se dio cuenta que eso sería imposible al mirar la decoración preciosa que le hicieron todos allí.

—¡Sorpresa!—  Dijeron al unísono. Incluso detrás de la línea del celular, Max y su familia lo estaban saludando. El chico fingió una sonrisa, de verdad tuvo un bonito día pero no estaba acostumbrado a tanta atención, por lo que se le hacía incómodo.

—Tuvimos que distraerte todo el día para darte la sorpresa final, ojalá te guste— Sonrió orgulloso el pelinegro.

  Había trabajado tanto para ese día, y todo marchó de acuerdo a su plan, mas algo no andaba bien en el rubio, y él, cómo siempre, lo notó.

—Muchas gracias a todos, de verdad— Ash dio una reverencia y fue a su habitación, cerrando la puerta tras de sí, haciendo que todos se sorprendieran. Eiji pidió disculpas y corrió a alcanzarlo.

—¿Puedo pasar?— Preguntó y el chico dentro de la habitación le abrió la puerta. —¿Quieres hablar, Ash?

—Soy un malagradecido—Soltó, con una sonrisa claramente falsa, sorprendiendo al mayor.

—Claro que no, no hiciste nada malo.

—Todos se esforzaron mucho para darme un bonito día y aún así...

—No te culpes— Interrumpió—Fui yo quien exageró los planes. — Luego recordó—¡Ah! Tengo algo para tí. —
Se dirigió a su habitación, bajo los confundidos ojos verdes, y a los segundos regresó con una caja, la cual entregó al menor. — Ábrela.

  El rubio obedeció, y fue abriendo la caja de a poco. Se sorprendió bastante al notar que dentro de ella habían muchas fotos de él, de la pandilla, de New York y muchas más. Lo siguiente que sacó fue una bufanda celeste; por los bordes, el chico adivinó que fue bordada a mano.

—La hice para tí.— Confesó, avergonzado hasta los pies.

Lindo.

  Ash no pronunciaba palabra, solo sacaba las cosas que habían dentro de la caja, y finalmente llegó a una carta.  Antes de poder siquiera reaccionar, ya la había abierto.

Para Ash:

Han pasado meses desde que viniste a vivir aquí a Japón conmigo. Desde ese entonces, cada momento de mi vida es más feliz.
No sé exactamente qué cosas te impidieron llegar al aeropuerto ese día, pero yo no pensé en que cambiarías de opinión. El terco de Ash, ahora está viviendo con el terco de Eiji. Y ambos ahora son muy felices juntos, o eso quiero creer.
Eres mi lugar seguro, Ash. No puedo dejar de pensarte, estando lejos o cerca tuyo. Me preocupo por tu salud, por tu comodidad, por tu felicidad y por todo lo que tenga que ver contigo. Este festejo de cumpleaños que te preparé, es tan pequeño detalle comparado con lo mucho que te amo.

Feliz cumpleaños :)

Eiji Okumura.

  Esta vez, sus lágrimas caían de felicidad, algo que nunca pensó que pasaría en su vida. Todo sueño o cansancio que anteriormente le pesaba, ahora estaba en el olvido. Ya no debía fingir, ya no necesitaba ser nadie más.

Era aceptado, amado y protegido.

El pelinegro solo miraba el suelo, tímido. Intentaba no mirar demasiado a Ash.

Lindo.

El rubio hizo la caja y el resto de cosas a un lado, y tomó al pelinegro por la barbilla, levantándole la mirada y acercándose de a poco, como intentando ver algún rastro de negación, mas al no notarlo avanzó.

  Ladeó la cabeza, ante un muy sonrojado y ansiado Eiji, cortando finalmente la distancia entre ellos. Y ambos allí, con los ojos cerrados, las mejillas sonrojadas, los corazones palpitantes, comenzaron a mover sus labios en un vaivén casi mágico.


Ninguno quería despegarse del otro. El beso se hizo más profundo, y Ash mordió un poco el labio contrario, haciendo que Eiji soltara un jadeo y abriera más la boca, dándole espacio al rubio para expandir su lengua y comenzar un movimiento más salvaje.

A Eiji le costaba seguirle el ritmo, pero no podía siquiera imaginar en parar. Se acomodó, rodeando el cuello del menor con sus brazos y Ash ante esto, sonrió sin separar sus labios, sujetando sus cabellos.

Era el primer beso que disfrutaban, incluso podían decir que era el primer beso de sus vidas.
 


   Fue la falta de aire lo que los separó, haciendo que ambos intentaran recuperarse, bastante rojos como para siquiera dirigirse la mirada.

— Eiji, ¿puedo ser tu novio? — Fue lo primero que soltó, sin pensarlo demasiado. 

Wtf. Pensó. Al darse cuenta que tiró esa propuesta repentinamente, pero ya no había nada que los detuviera, nadie que los separara.  Estaba preparado para todo lo que venía después. Sea cual sea la respuesta, él la aceptaría como un hombre y...

— Sí— Sonrió dulcemente, jamás dudaría sobre su respuesta— Te estabas tardando.

Definitivamente, fue el mejor cumpleaños de toda su vida.

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