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26 de febrero,1998.
—No puedo creer que seas más grande que yo —dijo Edward hamacandose en la silla—. Podrías ser mi mamá.
—Tampoco te pases.
—¿Tommy, no serás mi padre?
—Mis dos pesadillas, tener hijos y que sea un Edward. El abandono se convirtió en una opción.
—Idiota—refunfuñó, quitando su expresión sería—. De todos modos, ¿qué vas a hacer? Falta poco. ¿Algún regalo específico además de que haya sido tu amigo hace casi siete años?
—¿¡Siete años?! —Effie se saco los anteojos rojos y se acomodó en el sillón—. A Tommy lo conozco hace seis y... yo por el momento nací hace dieciocho años.
—No superó mis quince años.
—Yo —exclamó—. Fue tan divertido. Me sentí en una película.
—Sí.
—Creo que no quiero festejar mis diecinueve. No he hecho nada. Intente ir a una universidad muggle y termine dejándola, casi me atropella un taxi, mi pez murió, te reíste de mi sobrina y, no lo sé.
—¿Tenías que reírte de su sobrina? —acusó fingiendo indignación—. Desconsiderado.
—Vamos, hazla, te arrepentirás cuando tengas treinta y veas este video.
—Mi plan es llorar viendo este video.
—¿Te imaginas que este muerto en el futuro? —preguntó Edward—. Sería tan loco. Triste pero por eso uso mi saco verde favorito.
—No digas eso —se pasó las manos por su cabello—. No tengo ganas de cumplir diecinueve. Debe ser horrendo.
—Yo tengo diecinueve.
—¿¡Qué?! —saltó Effie.
—Ya estás jubilado, Tommy, ve a buscar a Jesús. No, espera —abrió los ojos de a poco—¿significa que yo soy el menor?
—Así es y tiene bastante que ver con tu personalidad de persona menor que quiere llamar la atención —agregó Tommy—. No es tanto diecinueve. Es otro número. Un año menos en el mundo y con gente que me cae mal.
—No quiero acabar mi adolescencia —se lamento Effie—. La adolescencia acaba a los 19.
