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29 de febrero, 1998.
—¿Son idiotas?
Posie estaba cruzada de brazos, vistiendo un jumper cuadriller, apoyada en la pared mientras a Effie le ponían un yeso rosado, que decía «Te odio mamá» e intentaba arreglar el pin de George Harrison.
—No, ella se tiro del auto en la mejor parte de Bohemian Rhapsody. Y yo dije que no apagara la radio. Así que no.
—Él más o menos —dijo Tommy.
—Nos encargaremos —Edward miro a Tommy—. Sobre todo tu.
—¿Por qué yo? Solo quiero quedarme en casa y no hacer nada.
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—Posie dijo que estaría bueno conseguir una pileta y yo dije que estaría mejor alquilar un inflable. Pero como no nos caemos bien, ninguno le hará caso al otro. ¿Qué hacemos, Tommy?
—Yo creo que deberíamos decirle feliz cumpleaños, comer la comida que traerá su familia e irnos —contesto haciendo énfasis en cada palabra—. Todos felices e incluso yo.
—Mal —saltó Edward—. La peor idea que haz tenido en toda tu vida y escuché la de quemar la escuela.
—Es porque no tienes el mismo espíritu que yo.
—¿Por qué no le regalan un casete? —sugirió August—. Y una foto. ¿Como se dicen esas fotos que tienen más fotos?
—Collage —dijo Edward—. Hagamos un cartel con fotos de ella y nuestras.
—También deberíamos escribirle una canción. Así titulada Lo mas lindo de nuestra vida eres tu. ¿O no? Esta genial.
—Tu sarcasmo no ayuda.
—Nunca ayudo para ti —sollozo Tommy.
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Entraron a la casa de Tommy a las seis de la tarde. Se perdieron a las cinco y media.
—MAMÁ —grito Tommy apenas entró.
—¿Qué? —se escuchó una voz más calmada desde otra habitación.
—¿DONDE ESTÁN MIS FOTOS DE BEBÉ?
—¿Para que tus fotos de bebé?
—Ella dijo que le gustaban —su cara tomó una expresión seria—. Luego me pregunto qué pasó.
—LAS QUEME.
—¿QUÉ? —volvió a gritar, a punto de un paro cardíaco.
La mamá de Tommy se asomo al umbral de su habitación, tenía el cabello más claro, un saco y camisa, con unos guantes de cocina puestos.
