Capitulo 22

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Margaret

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Margaret

"No debí ponerme este vestido". Era lo que me repetía una y otra vez. Sin duda alguna, si hubiese sabido que tendría que ir en la motocicleta de Maximiliano y perseguir a un prófugo Mike, realmente mi atuendo sería otro.

—¿Puedes ir un poco más despacio? Igual tienes el rastreador—vociferé más alto que los ruidos de los vehículos de la avenida.

—¡No puede haber errores! Quiero acabar con todo esto de una buena vez— escuché como pude.

—¡Si te desesperas de esta manera, es lo último que vamos a hacer!—traté de hacerlo entrar en razón y al parecer funcionó, porque recapacitó y bajo la velocidad.

Suspiré un poco más relajada. Íbamos dos coches más atrás que el auto que recogió a Mike en la esquina del restaurante. Al principio esto me parecía alucinante, pero ya me estaba cansando un poco. El estar pendiente de la escuela, de mi familia y esta situación era agotadora, y no sabía si tendría las fuerzas para seguir ayudándolo. En ese momento me dediqué a pensar que estábamos a poco de descubrir a Mike y desenmascararlo. Las autoridades se van a tener que tragar sus palabras, papá se va a dar cuenta de que tenía razón y Max iba a poder estar tranquilo.

A veces, subestimamos tanto la tranquilidad, que queremos estar en el bullicio sin saber que la placidez de estar en calma es la mejor de las opciones. Como yo, que quise estar involucrada en algo que no tenía nada que ver conmigo en vez de estar en mi cama leyendo un buen libro.

Estaba tan sumida en mis pensamientos que no me di cuenta de que la motocicleta había frenado y Max solo estaba esperando que bajara para el también hacerlo. Lo hice, me bajé en una esquina oscura llena de piedras.

—¿Qué hacemos aquí?—pregunté mirando a mi alrededor.

—Mike entró allí—dijo señalando una luz que se veía al final. La calle no se veía peligrosa, pero tampoco segura.

—Vamos.

Me adelanté con él siguiéndome.La noche estaba fresca, teniendo en cuenta que en la tarde cuando llegué del supermercado cayó un aguacero fuerte. Cuanto más nos acercábamos, la luz se veía más clara, dándole por fin identidad al lugar, un casino. Sentí que me halaron hacia atrás. Rodé los ojos sabiendo quién era.

—¿Qué?—cuestioné cansada. Él no habló, solo me señaló la fila que había en la entrada. Mike se encontraba de quinto en una hilera de diez personas. Su saco del traje ya no estaba, y el corbatín estaba abierto sobre su cuello. Se veía realmente apuesto, su cabello desordenado le daba un aspecto rebelde, viéndolo bien, tenía cierto parecido con Max como la nariz y la forma en la que frunce el ceño cuando está desesperado.

—Hay que esperar a que entre. De ahí en adelante lo seguiremos con el rastreador. Este lugar me da mala espina—solo atiné a asentir, no estaba muy concentrada.

Levitando © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora