|𝑨𝒅𝒂 𝑺𝒉𝒆𝒍𝒃𝒚|

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— Vamos Ada, no seas aguafiestas — susurro Persa, mientras miraba suplicante a su novia

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— Vamos Ada, no seas aguafiestas — susurro Persa, mientras miraba suplicante a su novia.

— No, alguien podría vernos y no quiero eso — contesto Ada enojada.

— ¿Te avergüenza que te vean conmigo? — preguntó alejándose.

—No quise decir eso amor.. — Ada no logro seguir hablando ya que Persa se había marchado de la habitación dejándola sola.

La peliblanca bajó enojada hasta la cocina donde se encontró con Gina y Michael. Ninguno de los dos dijo nada, aunque notaron el enojo de la chica.

Persa se sirvió café mientras se sentaba del otro lado de la mesa a la vez que Ada entraba también a la cocina.

— Vamos, no hagas esto — se dirigió a Persa.

— ¿Que sucede? — pregunto Michael.

— Parece que a Ada le da vergüenza que nos vean juntas — contesto la pelirroja, tomando un sorbo de café.

— Te dije que no es eso — hablo rápidamente Ada.

— ¿Entonces que mierda es?, cada vez que quiero salir contigo me dices que no y si salimos te alejas de mi ¿Te avergüenza que noten que estamos juntas?¿O es por mi apariencia? — habló ahora enojada.

Ada no respondió, solamente bajo la mirada hacia el suelo y eso fue suficiente para Persa. Se levanto con calma pero por dentro estaba destrozada ¿Acaso el amor que tenía por Ada no era suficiente? ¿Y todo lo que habían hecho juntas?

Pareciera que no, ya que a Ada seguía avergonzandole la apariencia de su -ahora- ex novia.

Persa era una de las pocas personas albinas que había en Birminghan en esos años. No tenía ningún tipo de complicacion con eso, la familia Shelby parecía no tratarla de manera diferente.

Su cabello era blanco como la nieve de invierno, sus ojos eran de un color celeste y tenía pequeñas manchas grises en ellos. La piel más pálida que podrías haber visto, parecía porcelana.

Más sin embargo no todos pensaban igual, cuando estaba en la calle muchas personas le gritaban cosas como -Monstruo, tú no deberías existir, eres una abominación-  esos comentarios no le afectaban ya que ella solo se reía de ellos, pero no parecía ser lo mismo para Ada.

Persa se valoraba a sí misma, tenía amor propio y jamás estaría con alguien que la hiciera menos.

Le dio una última mirada a Ada para salir disparada hacia la habitación que ambas compartían entrando rápidamente no sin antes haber cerrado con pestillo para que la pelinegra no entrará.

Podía escuchar sus súplicas desde el otro lado de la puerta pero ella no cambió de decisión. Ya había terminado de empacar sus cosas, era tarde en la noche puesto que la pelea se dio a las tantas horas de la tarde-noche.

𝐏𝐄𝐀𝐊𝐘 𝐁𝐋𝐈𝐍𝐃𝐄𝐑𝐒  |𝑶𝒏𝒆-𝑺𝒉𝒐𝒕𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora