|𝑨𝒍𝒇𝒊𝒆 𝑺𝒐𝒍𝒐𝒎𝒐𝒏𝒔|

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Laila había estado cocinando todo el día, ella trabajaba en una panadería

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Laila había estado cocinando todo el día, ella trabajaba en una panadería. La más famosa del lugar, por sus deliciosos panes y otras delicias.

La gran mayoría eran hechas por Laila, quien pasaba toda la madrugada cocinando para que todo se vendiera en la mañana. El resto del día lo pasaba en su casa, también trabaja en la residencia Solomons limpiando y cocinando.

El señor Solomons era amable con ella pero a veces le daba miedo, sus gritos solían escucharse por toda la casa, incluso su perro se asustaba e iba hacia donde Laila estuviera para quedarse con ella.

Justo ahora se encontraba preparando la cena, hoy debía dormirse temprano ya que su madrugada seria agitada. Era domingo por lo cual tenía que dejar preparado el pan para la mañana del Lunes, todos querrían un poco de pan tibio para desayunar.

Estaba de espaldas a la entrada de la cocina por lo cual no vio entrar a su jefe, quien en sumo silencio tomó asiento en la mesa y la observo cocinar.

Una media hora después Cyril delató la presencia de su dueño al querer jugar con el.

Laila volteo asustada dejando caer uno de los platos el cual se rompió en mil pedazos. La pelinegra rápidamente se agacho para recoger los vidrios y por el apuro uno de ellos se incrustó en la palma de la mano de la chica.

Por el dolor volvió a dejar caer los pedazos que había logrado recoger y pudo ver como Alfie se acercaba rápidamente al escucharla quejarse.

Ella se asusto y dio un par de pasos hacia atrás mientras escondía su mano ensangrentada detrás de su espalda para que el no la viera.

Alfie nuevamente se acercó a ella y tomó sus brazos haciéndolos hacia adelante para poder ver la herida, aun había un pedazo de vidrio incrustado por lo cual el dolor era insoportable.

— ¿Por que demonios trataste de recoger vidrio sin unos guantes? — hablo con molestia mientras tiraba de ella para sentarla en una de las sillas cercanas — no te muevas —

Al decir eso, el desapareció por la puerta hacia quien sabe donde dejando a la pelinegra sola.

Un par de segundos más tarde volvió con una caja metálica de primeros auxilios. La dejo sobre la mesa y después de abrirla comenzó a sacar las cosas que utilizaría.

Cyril sollozaba mientras acercaba su nariz al brazo de Laila en modo de apoyo por lo cual ella simplemnete le sonrió y lo acarició con su mano buena para que se tranquilizara.

— Señor Solomons yo.. — trato de disculparse pero el no la dejo hablar.

— Guarda silencio hasta que termine, tendré que coser la herida así que puedes dejar tu otra mano en mi hombro si te hace sentir mejor — habló sin dejar atrás su semblante serio.

Con un poco de duda, apoyo su mano en el hombro de su jefe apretandolo levemente al sentir un tirón puesto que el habia sacado el vidrio que aún yacía en la herida.

𝐏𝐄𝐀𝐊𝐘 𝐁𝐋𝐈𝐍𝐃𝐄𝐑𝐒  |𝑶𝒏𝒆-𝑺𝒉𝒐𝒕𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora