Capítulo 19

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—Coge las llaves del coche de Laylah.

Obedezco y voy hasta el bolso de Laylah, situado en la mesa principal del salón. Comienzo a rebuscar y cuando las consigo vuelco hacia Cassiel.

Ambos nos hemos cambiado de ropa por una más abrigada. Claramente toda la ropa, salvo los zapatos, son de Cassiel. La vestimenta consiste en un chándal, una camiseta negra, la sudadera que Cassiel me había dado antes y unas playeras blancas de Laylah, que a saber cómo Cassiel las ha conseguido sin despertar a nadie.

Cojo el abrigo negro que me presta Cassiel y cuando le pregunto dónde está mi jersey señala la lavadora. Me entero de que también había vomitado no solo en el parque y en mi pelo, sino además en mi jersey y en el coche de Cassiel, de ahí la razón de no poder usarlo. No me imagino el espectáculo que debí montar. El simple hecho de pensar que estuve vomitando enfrente de Cassiel y en su coche sin recordar absolutamente nada hace que quiera meterme en un agujero y no salir.

Antes de salir le había preguntado a Cassiel si sus padres vendrían, pero me informó que sus padres y su hermano están de viajes de negocios. El problema es que el avión que tenían que coger hoy a la noche se ha cancelado por problemas meteorológicos por lo que no vendrán hasta mañana, cosa que facilita enormemente las cosas. Por mi parte, le dije a mi tía Adolfina que volvería de casa de Abby, ahora de la casa de los Relish cosa que no va a saber, por la tarde.

Actualmente son las ocho y diez y el destino al que vamos es de media hora. Tengo tiempo suficiente para ir, regresar y hablar con Abby y Laylah antes de volver a casa de mi tía.

Por si se da el caso de que alguno se despertase antes de que volviésemos, Cassiel les ha dejado una nota. No la he leído, pero supongo que se habrá inventado una excusa creíble, o eso espero.

—¿Cinturón?—pregunta Cassiel mientras enciende el motor del coche.

Con un gesto le indico que estoy lista y él asiente. Está a punto de ponerlo en marcha, pero justo antes de acelerar, ambos estiramos la mano para poner música haciendo que nuestros dedos índices se toquen sin querer. Inmediatamente la aparto y me coloco un mechón del pelo detrás de mi oreja, intentando simular mi nerviosismo. Cassiel es otro caso, me sonreí mientras enciende la música.

En el momento en el que salimos de la mansión de los Relish es cuando me doy cuenta de lo que realmente está pasando. Hace media hora Cassiel y yo hemos reunido toda la información posible de Annabeth Carver archivándolo todo en una carpeta.

—Vale, recapitulemos—le había dicho a Cassiel hace media hora mientras ordenábamos todos los papeles desperdigados en la mesa de la cocina.

Ninguno paraba de moverse y leer los documentos.

—Annabeth Carver nació en 1963, cumple el 1 de marzo y estamos en 2021 por lo que tiene 58 años además, se casó bastante joven con el que sería su único marido—habla Cassiel.

—Andrew Collins y su mujer Annabeth Carver, se mudaron a Denver gracias a una oferta de trabajo para su marido cuando tenían los dos 30 años—había continuado mientras mira información de Annabeth y lo deposita junto a las hojas que está colocando Cassiel—. Desgraciadamente el marido murió de cáncer dejándola sola con su pasado traumático hace 7 años, en 2014.

Paso al lado de Cassiel y dejo la última hoja que consiste en el periódico de su desaparición. Respiro hondo para después mirar a Cassiel, esperando que termine diciendo todo lo que hemos averiguado sobre ella.

—Por último, Annabeth fue abandonada cuando era un bebe a la edad de dos años. La encontraron el 3 de agosto de 1965 en la carretera y jamás encontraron a su familia hasta que llegó ella en 1987—El dedo de Cassiel había caído sobre una foto de una mujer rubia—. Lisa Carver afirmó ser su madre además de que fue separada de su hija por su marido problemático por qué esta le fue infiel. Murió en 1994, enferma, el mismo año que Annabeth y su marido se mudaron a Denver en busca de una nueva vida.

La Promesa Eterna-1 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora