Capítulo 34

32 17 0
                                    

Salgo prácticamente corriendo. Necesito aire o cualquier cosa para calmarme. A lo lejos veo algunos profesores que están hablando con alumnos. Al verme se me quedan observando, por lo que aparto la mirada y camino hacia mi coche o eso es lo que intento, porque antes de volver a dar dos pasos la mano de Cassiel presiona mi brazo obligándome a detenerme y mirarle.

—Suéltame—le ordeno, pero no lo hace—. Cassiel suéltame ahora mismo.

El dolor cruza su rostro, cosa que no pretendía. Aprieta los labios y me suelta el brazo.

—¿Me tienes miedo?

Vuelvo a mirarlo. Esa actitud que tenía en la Universidad ha desaparecido. Lejos queda el chico intimidante y fuerte que había sido hace unos minutos, ahora solo está el que conozco y con el que puedo hablar tranquilamente y enseñarle todos mis errores y cicatrices.

Desvío un momento la mirada antes de volver a mirarlo. ¿Tenerle miedo? Nunca. Cassiel me hace sentir muchas cosas, pero miedo no es una de ellas. Claramente me ha sorprendido esa actitud por el simple hecho de que nunca la había visto, pero por esa estúpida razón jamás me alejaría de él. Sin embargo, no sé cómo expresarlo correctamente y mi cuerpo aún está temblando al enfrentarme a ellos dos. Él nota mi estado y retrocede un paso a pesar de que justamente eso es lo que estoy intentando evitar.

—No te tengo miedo—respondo y noto que se relaja—. Jamás podría tenerte miedo, pero lo que ha pasado en los pasillos... No puedo negar que me ha impactado. Solo necesito pensarlo un poco, ¿vale?

—¿Pensar en que, Keira?—replica pasándose las manos por el cabello.

—No lo se Cassiel. Solo... déjame hoy en paz, para procesarlo todo.

Chasquea los dientes y comienza a negar con la cabeza. Le miro extrañada y baja un poco la cabeza.

—No hace falta que me mientas Keira, dilo, di que me tienes miedo.

Que él crea que pueda sentir eso hacia él me duele y me cabrea un poco al mismo tiempo. Ahora soy yo quien da un pequeño paso hacia él, pero aun manteniendo las distancias.

—¿De verdad crees que después de todo lo que hemos sentido y hecho me voy a ir de tu lado por lo que ha pasado?—Mi pregunta sale más fuerte de lo que pretendía, pero no puedo controlarme. Suficiente he hecho para mantener el control ahí dentro—. ¿Qué me he sorprendido por cómo habéis actuado tú y tu hermana y solo tenía ganas de irme? Si Cassiel, cualquier persona con dos dedos de frente habría flipado por lo que ha pasado ahí dentro. Literalmente con solo tú presencia has hecho callar a toda la Universidad—Suspiro pesadamente—. ¿De verdad esperas que haga como si no hubiera pasado nada? Nadie puede, Cassiel. Por no hablar de que he visto a mi amiga de forma descontrolada mientras yo no podía hacer nada por ella.

—Eso no es tu culpa, Laylah siempre actúa así en estos casos—contesta rápidamente. Al momento se da cuenta de lo que ha dicho. Como si fuera lo más normal hacer ese tipo de cosas. Como si saber pelear e intimidar a las personas fuera siempre lo correcto.

—Esa no es una excusa y lo sabes bien—susurro aun con rabia—. No tenía ni puta idea de lo que podía hacer Laylah y hoy me lo ha demostrado y no me ha gustado. Por lo que si, me habéis impresionado.

Me froto la cara con las manos y doy por zanjada la conversación. Justo cuando estoy a punto de girarme, Laylah sale de la puerta de la Universidad. Tiene las manos en los bolsillos como antes había tenido Cassiel y camina de forma despreocupada. Unos profesores salen detrás de ella y después van junto con sus compañeros donde comienza a hablar. Al parecer ha sido Laylah quien ha explicado la situación a los que dirigen el centro. Tampoco me es desapercibido su cambio de actitud. Si antes era un lobo hambriento, ahora es un corderito pero con rastros de hambre. Tampoco se me escapa ese sutil gesto con la mano dirigida hacia los profesores a modo de despedida. Los está intimidando bajo el nombre de los Relish, bajo el poder de su familia.

La Promesa Eterna-1 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora