Capítulo 20

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Esta vez viajamos en completo silencio. No hay música, solo se escuchan nuestras respiraciones. Llevamos aproximadamente quince minutos en el coche por lo que nos falta la mitad para llegar a Denver, pero lo que acabamos de experimentar nos va a costar mucho más tiempo procesarlo.

Echo hacia atrás el sillón quitándome el abrigo mientras lo dejo, suspirando, en los asientos traseros.

—¿Qué acaba de pasar?—pregunto en voz alta pasándome las manos por el rostro.

En un principio no contesta, pero al cabo de unos segundos suspira y me mira.

—Mejor lo hablamos cuando lleguemos a Denver.

Quiero darle la razón, pero necesito hablarlo ahora o si no creo que explotaré.

Me levanto del sillón y señalo un extremo de la carretera.

—Para ahí, necesito tomar aire.

Cassiel obedece y aparca. Nada más que el coche esté quieto, salgo y voy hasta el capo donde me siento. Cassiel no tarda en posicionarse a mi lado.

—Necesito hablarlo, Cassiel—confieso abrazándome y no por el frío sino por la extraña sensación que me recorre el cuerpo—. Esto es demasiado para mí.

Intenta pasar una mano por mis hombros, pero yo lo rechazo.

—Keira...

—No, Cassiel, sabías lo de mi madre y aun así has removido mi pasado. No tienes ningún derecho.

Soy consciente que si no hubiera investigado a mi madre no hubiera llegado a esa conclusión de Annabeth Carver, pero eso no es lo que me molesta, lo que realmente me lastima es que aún sabiendo lo que significa investigar a mi madre lo haya hecho y sin mi permiso. Eso es lo que realmente me duele, que no confíe en mí.

—No me hubieras dejado, Keira y lo sabes.

—Eso no te da derecho a hacer lo que has hecho.

—No intento justificarme Keira—contesta mirando al frente, calmado—. Ambos sabemos que si llego a preguntarlo tu respuesta habría sido un no rotundo por lo que sí, no debería haberlo hecho, pero si te soy sincero lo volvería a hacer, no para joderte, sino para a averiguar lo que está pasando.

Cierro los ojos negando con la cabeza.

—Hay otras maneras.

—No las hay Keira—responde cortante Cassiel colocándose enfrente mía—. Si queremos averiguar lo que pasó realmente, la relación entre tu familia y la mía necesitamos escarbar en lo más fondo, donde más duele es decir, en el pasado—agacho la cabeza incapaz de seguir viéndolo y él suspira—. No te estoy pidiendo que no te duela, ni tampoco que finjas que no te importa, pero sabes tan bien como yo que tengo razón.

Aparto la mirada por qué sé que no se equivoca. Por mucho que me pese y me duele la tiene, pero eso nos significa que salga impune.

—Investigaste el pasado de mi madre—susurro débilmente.

Una ventisca se levanta entre nosotros, pero no llega a mí porque Cassiel me abraza.

—Lo sé.

—No hiciste lo correcto.

—Lo sé.

—Y lo volverías a hacer.

—Sí.

Cierro los ojos y tras unos segundos los abro. Nuestras miradas chocan, pero no flaqueo cuando digo lo siguiente.

—Pero tienes razón en que si queremos continuar debemos afrontar ciertas cosas.

Esta vez no responde tan rápido, sino que me aprieta más contra él formando un abrazo reconfortante.

La Promesa Eterna-1 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora