Bajo del autobús quitándome los cascos. Volver a la realidad tras cinco horas seguidas escuchando música sin parar me ha mareado un poco. Mis oídos no parecen procesar otros sonidos que no sean canciones por lo que cierro los ojos intentando volver a la normalidad mientras los demás estudiantes bajan del autobús.
Una vez todos listos cogemos nuestras mochilas y maletas. No soy particularmente amiga de ninguno de mi clase por lo que me limito a seguir al profesor hasta llegar al hotel. A simple vista es bastante sencillo pero mientras la cama sea cómoda y haya buena comida en el buffet yo me conformo. Entramos al hall o más o menos lo intentamos. Somos tantos estudiantes que algunos se quedan afuera, por suerte yo entro. Para distraerme miro mi teléfono y descubro dos llamadas pérdidas de Connor. Suspiro y estoy a punto de escribirle cuando alguien se sube casi a caballito a mi espalda. Tengo que apoyar parte de mi cuerpo en mi maleta para evitar caerme.
—¡Keira!—grita Laylah—. Te he estado buscando.
Se baja de mí y veo que tiene dos maletas enormes.
—Ya me has encontrado—digo moviendo mi hombro ligeramente herido por su golpe—. ¿No son muchas maletas? Son solo tres días.
Sus ojos se abren más de lo normal y señala con frenesí su equipaje.
—¡He traído lo básico!
—¿A eso llamas básico?—pregunto riendo.
—Mira, la maleta negra es para las camisetas y zapatos y la otra para mi maquillaje, mis cremas y calcetines por si tengo frío, ah, y no puedo olvidarme de esto—Se gira y descubro una mochila casi del tamaño de sus maletas colgando de ella. Parece a punto de explotar. La abre y dentro veo mínimo seis libros—. No podían faltar mis bebes.
No puedo creer lo que ven mis ojos y no sé que decir. Por suerte mi móvil vibra. Sonrío esperando que sea Cassiel, pero el mensaje no es de él, sino de Connor.
—¿Y esa cara tan larga?—me pregunta Laylah al ver mi cambio de humor—. ¿Quién te ha escrito?
Le doy mi móvil y lee el nombre de mi compañero de trabajo en voz alta.
—¿Quién es Connor?
—Es mi compañero de trabajo.
—¿Y por qué te escribe tanto?—cuestiona ojeando nuestras conversaciones que son básicamente solo mensajes de el—. Pero que tenemos aquí, parece que alguien está interesado en la pequeña Keira.
—¿Qué dices? Connor no está interesado en mí. Solo está desesperado por hacerse mi amigo cosa que aunque agradezco, me agobia un poco.
Recupero mi móvil sin contestarle y avanzo en la cola para coger las llaves que están repartiendo los profesores para las habitaciones.
—Keira, no sé si estás ciega por no ver cuáles son sus verdaderas intenciones o eres tonta—farfulla Laylah moviendo primera una maleta y luego la otra—. Claramente ese tío quiere algo más que amistad contigo.
Me giro alarmada hacia mi amiga. Era una posibilidad que ya había sospechado, pero es muy diferente escucharlo de la boca de alguien.
¿Connor quiere algo conmigo? La sola idea me perturba a decir verdad. No es un mal chico, pero su insistencia en quedar conmigo no me convence. Durante estos últimos meses he quedado con el tres veces y me divertí, pero siempre quería estar conmigo incluso aunque le decía que tenía que estudiar. Una vez se presentó en mi casa con el pretexto de que me había olvidado algo en el trabajo. Por suerte ese día mi tía aún estaba trabajando y no le tuve que explicar nada. Es bastante agobiante que me escriba todos los días y pregunte si quiere hacer algo con él.
ESTÁS LEYENDO
La Promesa Eterna-1 ✔
Novela JuvenilEn Denver, la ciudad de las oportunidades y las esperanzas llega Keira Selby para poner todo patas arriba. Su repentina llegada al comienzo de su primer año en la Universidad de Denver, levantará a su paso secretos que nadie había pensado poniendo e...